Herlinda González, moradora de la manzana 73, mantiene tapados los enseres de su cocina y los víveres para evitar algún tipo de contaminación a causa de las moscas. El uso de insecticida parece no diezmarlas que hasta colgó –por consejo de vecinos– fundas con agua, “para ahuyentar” a los bichos.

Los moradores de las calles 26 y la D, en el suroeste, también hablan de  estas molestias y relacionan la “plaga” con la estación invernal.

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Efectivamente. La humedad es un factor que favorece el ciclo evolutivo de la mosca. Jaime Buestán, biólogo y catedrático de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil, explica que el insecto cuando es aún larva (ciclo que sigue a la eclosión del huevo) demanda agua en sus alimentos  para evolucionar y llegar a la adultez.

En invierno hay una reproducción acelerada de moscas debido a la humedad del suelo por las lluvias sumado a la insalubridad, refiere Buestán.

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Estos insectos depositan, en heces o restos de materia orgánica en descomposición, alrededor de 150 huevos tras cada apareamiento.

El proceso evolutivo dura unos quince días y, en grandes grupos, las moscas pueden dispersarse entre 5 y 6 kilómetros, señala el especialista.