La actual exhibición –conformada por doce pinturas y una instalación–, pretende reunir la propuesta del artista y presentarla como un cuerpo orgánico. La característica formal más saliente de estas pinturas es el material utilizado en las representaciones. El tono púrpura de casi todas ellas se debe al empleo de la violeta de genciana, líquido de propiedades antisépticas y cicatrizantes. El otro elemento recurrente en su obra es el uso de la fotografía.
Señala Kronfle: “Rubira comienza a hurgar en el potencial lírico que evocan determinadas fotografías históricas extraídas de fuentes documentales, al tiempo que explora, en un sentido similar, acontecimientos que han marcado de manera muy íntima su propia biografía, con imágenes tomadas del álbum familiar. Una mirada al conjunto de la serie Curaciones devela dicho paralelo, en el cual estos ámbitos –el colectivo y el individual, el público y el privado– comparten la noción de experiencia traumática, siendo su mecanismo de abordaje, su aproximación ‘terapéutica’ si se quiere, el recuerdo; y a ello se debe, probablemente, la reiteración de imágenes de este peculiar atlas en distintas obras”.