Los cantautores españoles hicieron gala de su talento y composiciones el sábado pasado en el coliseo General Rumiñahui.
No fueron Dos pájaros de un tiro, sino dos gallos de pelea. Dos estilos, dos géneros, dos cantautores y un solo show. La noche del sábado nadie se habría imaginado que un andaluz, Joaquín Sabina, y un catalán, Joan Manuel Serrat, pudieran brindar dos horas y media de tanto placer al público que acudió a cantar con ellos.
A las 20:30 un video rompió con la impaciencia de los espectadores. En este el periodista español Iñaki Gabilondo alertó que se venía un gran desconcierto del que nadie se quejó y por el que todos se aprestaron a “ocupar su localidad”, porque “hoy puede ser un gran día”. Así lo ofrecieron los dos, Sabina y Serrat, de primera y bien cumplida estuvo su palabra, hasta el final, cuando los presentes se negaban a irse.
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Relajados, irónicos, punzantes con sus egos, los dos, Serrat, de 64 años, y Sabina, de 59, se admiraron de que la afición todavía vaya a verlos. Y más que cansados por la gira o el mismo oficio, estos dos pájaros lo que hicieron fue divertirse con un público que fue su cómplice.
“Somos dos gallos de pelea y no pollos de corral”, le dijo Serrat a Sabina. El primero, vestido como es, sencillo con unos jeans y suéter negro, hizo las veces de Sabina robándole sus canciones y algunos versos. Y Sabina, con sus habituales sombrero y chaqueta, hizo las veces de Serrat, aunque su voz ronca a veces rompió con la tonada a la que está acostumbrado el oído en canciones como No hago otra cosa que pensar en ti.
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Se dijeron coplas el uno al otro, hablaron de fútbol. Sabina defendió al Atlético y al Barcelona de Guayaquil. Serrat le respondió que estaba loco porque todos los de aquí son de la Liga de Quito. Entonces empezaron a hablar de las musas. “Es tan por todas partes”, le dijo Serrat a Sabina. Sabina respondió que ya no sabía dónde encontrarlas y que ya les había pagado a todas. Para entonces tenían a los 15.000 espectadores en el bolsillo.
“Desde muy niño siempre quise ser como Joan Manuel Serrat”, confesó Sabina. Aseguró que lo fue a ver a un concierto y le pidió un autógrafo.
Y que poco tiempo después, Serrat le pidió que se lo devolviese.
Ego contra ego, como buenos toreros supieron compartir bien el toro. El dueto español arrancó carcajadas cuando se burlaron de su virilidad y entre broma y broma se sucedieron canciones, tantas como para dejar al público satisfecho.