Este lugar ha cobijado bajo su sombra a ciudadanos como a presidentes de la República, personajes de la política y los deportes como Clemente Yerovi, Carlos Julio Arosemena Tola, Enrique Tábara, Pelé, etc.
Todos los días a las 06:30, cuando todavía los gallos cantan, abre sus puertas La Palma. Después de media hora la dulcería y cafetería más antigua y concurrida de Guayaquil atiende a sus clientes en Escobedo 1300 entre Vélez y Luque.
Pero su historia se inicia a finales del siglo XIX cuando en Luque 123 y Pichincha funcionaba la cafetería La Luna que en 1898 fue adquirida por el español Florencio Cabanas Pla y bautizada como La Palma.
Publicidad
En 1901 llegó el pastelero catalán Martín Costa Carbonell quien adquirió el negocio en 1908. Pero en 1951, un incendio destruyó la edificación y se trasladaron al actual sitio, cuya planta baja era la industria de la dulcería y el primer piso, vivienda de los Costa.
Actualmente José Ramón y Jaime Tomás Costa Costa son quienes administran ese sitio marcado por la historia y el olor a café filtrado.
Afirman los Costa que aún utilizan las recetas de un siglo atrás porque Martín Costa las transmitió a sus parientes y trabajadores, fue el caso del pastelero Yépez que laboró más de 40 años.
Publicidad
Desde su inicio, la idea fue tener un negocio para dar servicio, las ganancias debían estar en el volumen de venta. “Ahorita que el precio de la harina ha subido, tratamos de elevar lo mínimo posible”.
Ese cuarto viernes de agosto, las mesas están repletas de jugos, tintos, dulces y pasteles que desayunan empleados y oficinistas antes de trabajar. Aquí el cliente arma el desayuno a su gusto. Si quiere pide una taza de café puro o con leche, tostadas, cachitos, pasteles o borrachitos. Jugo, huevos, etc. No existe una carta que ofrezca un desayuno continental, por ejemplo. Los saloneros van y vienen, la actividad es intensa.
Publicidad
Por la tarde, la gente llega a tomar helados, dulces y también acostumbran a llevar dulces variados. En la noche, los clientes se sirven tinto y chocolate.
Ahora cierran temprano, en los tiempos de Martín Costa Carbonell, la cafetería atendía hasta la medianoche cuando los que salían del teatro Olmedo llegaban a tomar chocolate. Después se empezó a cerrar a las 23:00, a las 21:00 y actualmente a las ocho de la noche.
Recién en 1980 abrieron una sucursal en Víctor Emilio Estrada y Dátiles, Urdesa.
Sobre la pared del fondo, están los retratos de los Costas como vigilando el devenir de la cafetería que forjaron. Muy cerca, un antiguo ventilador de pedestal aún agita sus aspas.
Publicidad
El guayaquileño Víctor Herrera Chaparro es el salonero más antiguo de La Palma. Él sabe el gusto de los actuales y viejos clientes. En sus 38 años de labor atendió al presidente Jaime Roldós y a su esposa Martha Bucaram que gustaban del chocolate con tostada y los borrachitos, el dulce especial de la casa; Assad Bucaram era fanático de los pasteles de carne; al igual que Jaime Hurtado y cantantes como las hermanas Aráuz; el finado Tito del Salto, Hugo Henríquez, Hilda Murillo con Fresia Saavedra, Liliam Suárez; futbolistas como el Pollo Macías, el fallecido Carlos Muñoz, Raúl Avilés, etc.
Recuerda que cuando la redacción de EL UNIVERSO funcionaba en la siguiente cuadra, los periodistas acudían por la noche a tomar chocolate.
Cuenta que aún las personas acostumbran llevar a sus casas el bizcochuelo de anís, la bizcotela para servirla en té y reuniones sociales. El café lo compran crudo, en grano, lo tuestan y muelen para colarlo en filtros antiguos. También hay tortas de varios tamaños y valores.
“Los precios son cómodos porque al señor Costa siempre le gustó que los clientes se vayan satisfechos”.
Víctor Herrera,
empleado.