Género. La nueva obra de la escritora chilena, que salió a la venta el pasado viernes, se mueve entre la autobiografía y las memorias.
“Han sucedido muchas cosas en mi familia y en mi vida desde que Paula falleció. Me pareció que había llegado el momento de contarlo antes de que se me olvidara”, señaló Isabel Allende, quien el pasado viernes llegó a las librerías con una nueva obra, La suma de los días.
Hace casi quince años que Paula, hija de la escritora chilena, murió a los 28 años bajo circunstancias descritas en el libro homónimo que publicó en 1994. Esa obra desnudó un dolor infinito, lleno de anécdotas personales que abrieron la primera puerta a la intimidad de la narradora y de su familia.
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La suma de los días se mueve entre la autobiografía o las memorias, y comienza cuando la familia de Allende se reúne para la triste ceremonia de esparcir las cenizas de Paula. Lejos de ser triste, es un relato vital e incluso humorístico de la vida sin Paula, en el que no faltan como ingredientes la familia, la maternidad, las relaciones de pareja, la infidelidad o la religión. Muestra unos personajes memorables, desde su propia madre, que le aconseja en los momentos de crisis, hasta su amiga Tabra, diseñadora de joyas que busca novio por internet.
“La suma de los días es una memoria bastante subjetiva, como todas las memorias. Es mi versión de los hechos, que no siempre coincide exactamente con las versiones de los miembros de mi familia, que son los personajes de este libro”, advirtió en una entrevista concedida a través de correo electrónico.
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“Mi hijo Nico y su mujer se divorciaron por razones bastantes pintorescas y ambos tienen otras parejas; a Willie, mi marido, se le murió una hija y le nació una nieta en trágicas circunstancias”, contó la escritora sobre su nueva obra. La novelista decidió dedicarse año y medio al recuento de las situaciones vividas por su familia en estos años sin Paula.
Allende se permite incluso aclarar algunas dudas a su hija. Como que no fue por su actual esposo, Willie, por quien se separó de su padre, y se anima a develarle uno de los testimonios que leyó en una de las cartas recibidas tras la publicación de Paula en 1994.
Una enfermera, sintiéndose en culpa tras leer el libro, le confesó que cuando Paula cayó en coma, ella trabajaba en la unidad de cuidados intensivos en Madrid en 1991, donde “la negligencia médica y un corte de electricidad, que afectó la máquina de oxígeno, te destruyeron el cerebro”... le cuenta.
También describe experiencias matrimoniales de su hijo Nico, por ejemplo, que quizás cualquier otra madre hubiera mantenido en la intimidad. Para Allende, “la familia moderna es muy distinta a la de antes. Si comparo la familia matriarcal de La suma de los días con la familia conservadora y patriarcal de La casa de los espíritus, los cambios son notables”. “Mi familia actual consiste en un grupo de personas de diferentes razas, lenguas y religiones, que no están unidas por lazos de sangre y han decidido permanecer juntas para ayudarse y celebrar la vida”.
Allende confiesa sentirse más cómoda con la ficción. “En un libro como La suma de los días siempre existe el temor de herir a otras personas”, anota.
Su madre es su compañera inseparable, su confidente y la receptora de sus cartas diarias, pero a ella, motivo de los constantes viajes entre California y Santiago de Chile de la escritora, no le gusta la idea de que la familia se vea expuesta al público. “Cree que los trapos sucios se lavan en casa, sin embargo aprobó La suma de los días”, asegura Allende.
La autora afirma que, al terminar este libro comprendió que su característica más fuerte es la maternidad “que la ejerzo con inagotable energía y gusto”. Allende es seguida con admiración por lectores de cualquier lengua, pero en Chile es una de las más odiadas por sus pares, que se niegan a aceptar que su éxito de ventas sea fruto de una literatura de calidad.
Isabel Allende
EDAD
65 años.
COMIENZOS
Periodista en sus años juveniles, se estrenó como escritora en 1982, con la novela La casa de los espíritus, su obra más traducida.
TRAYECTORIA
Vivió en Bruselas y Suiza con su primer marido, tras el golpe de Estado contra Salvador Allende, primo hermano de su padre. También estuvo trece años exiliada en Venezuela, pasó temporadas largas en España, y desde 1988 vive con su esposo, Willie Gordon, cerca de San Francisco, en la costa oeste estadounidense.
“Voy a Chile varias veces al año y siento que tengo un pie allá y otro aquí (EE.UU.), Pero en realidad mis raíces están en mis libros, más que en un lugar geográfico”. “Asumo mi papel de madraza con orgullo y liviandad. Nunca lo he sentido como una carga o una gran responsabilidad. Se hace lo que se puede, no más, y por el camino se arreglan las cargas, como decía mi abuelo”.