¿Cómo es posible que una institución como esta no cuente con  los plásticos de seguridad de las matrículas? ¿Acaso para el usuario es fácil pedir permiso en su trabajo y perder todo un día por el descuido de estos señores?

Si estamos con la novelería de descentralizar todo, ¿por qué la CTG no abre otra oficina de matriculación y todo papeleo que concierna con ellos en la ciudad de Milagro, para aliviar la presión que hay   en Guayaquil? ¡Hasta cuándo señores!

Walter Jara Olea,
ingeniero, Milagro