El 44,44% de los industriales locales dice que el porteño busca lo novedoso.
A inicios de este mes, Enma Reyes recibió una llamada telefónica. Una vendedora de artefactos eléctricos le ofreció mostrarle en su domicilio un juego de ollas. Enma aceptó y al día siguiente la promotora estaba en su cocina efectuando la demostración.
Si bien Enma no adquirió las ollas por su alto costo, la semana siguiente recibió a promotores de una marca de alimentos para perros que estaban presentando un nuevo producto.
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Dejó que ellos revisaran a su mascota de raza freench poodle y se comprometió por una semana a poner a prueba el artículo, pese a que por dos años estaba alimentando a su mascota con otra marca.
La ‘novedad’ con frecuencia termina por atraer a Enma, quien vive en un condominio del norte de Guayaquil. Le pasa cuando va al supermercado y se detiene frente a las perchas a ver los productos nuevos o cuando sale de compras a una tienda de vestir.
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Su comportamiento no es ajeno a una ciudad en la que la mayor parte de sus consumidores son descritos como personas que se enganchan con artículos “llamativos”, “innovadores”, “novedosos”. Un grupo de características que para los marketers se resumen en una frase: “el consumidor guayaquileño es novelero”.
Una encuesta realizada este mes a nivel de empresarios de la Cámara de Industrias de Guayaquil describe varios de estos rasgos del porteño.
Consultados sobre cómo perciben al consumidor guayaquileño, el 44,4% de los industriales apuntó a asociarlo como un individuo que gusta de cosas novedosas.
Para el empresario Michel Krumholz, el consumidor de Guayaquil es una persona que se entusiasma fácilmente con un producto. Otros industriales como Pedro Isaías lo ubican como un consumidor novelero.
La industria también ve en el guayaquileño un consumidor que exige precios cómodos. De hecho, el costo es uno de los factores que pesa. El 52,17% de los industriales cree que este es el primer indicador que influye en la decisión de compra.
Quienes siguen de cerca los pasos del consumidor porteño reconocen que es un mercado distinto. Y eso hace que los negocios se muevan en esa ruta.
Los centros comerciales saben la receta. Por ejemplo, al momento de armar sus promociones muchos consideran que mientras los guayaquileños prefieren los sorteos antes que los descuentos, los quiteños no gustan de los premios instantáneos, sino que prefieren los días de descuentos para ahorrar en las compras que hacen.
Iván Sierra, director de Negocios&Estrategias, señaló en un estudio de mercado, que Ecuador es un país en el cual convienen ciudades-mercados muy diferentes entre sí, en especial Guayaquil y Quito.
Testimonio
Iván Sierra
CARGO: Director de la Consultora Negocios & Estrategias.
“Hay ciertas empresas que cuando lanzan un producto nuevo de entrada saben que donde primero van a cubrir su punto de equilibrio es en Guayaquil. El guayaquileño suele ser más dado a la prueba, al experimento, a la promoción. En ese sentido, el quiteño es más renuente a probar una nueva marca. Mientras en Guayaquil, tres de cada diez consumidores ya probaron un producto nuevo, en Quito hay uno que recién lo ha hecho. El guayaquileño es más arriesgado”.