Respuesta: ¿Por qué permitimos que cerca de 50 millones de norteamericanos no tengan ningún tipo de seguro médico? Nueve millones de ellos son niños. Eso no es Estados Unidos. No son los Estados Unidos que yo quiero ver. Estoy seguro de que al ver lo que están haciendo los canadienses, británicos, franceses y cubanos, los americanos van a decir “un momento, somos Estados Unidos”. Seguramente podamos conseguir algo mejor. Y espero que genere discusiones no solo por la falta de seguro médico universal, sino por la forma en que somos hoy. ¿No existe una equivocación fundamental? En la misma forma que había planteado en Bowling for Columbine cuando pregunté: “Si Canadá tiene más armas por cabeza en sus casas, ¿por qué no se matan entre ellos?”. Los canadienses tienen entre 100 y 200 asesinatos al año en una nación con más de 30 millones de personas. Es algo que quiero seguir explorando. Trato de encontrar los caminos que la gente no se atreve a recorrer por el solo hecho de poder encontrar algún lado oscuro. Pero es algo que tenemos que hacer si queremos mejorar como personas. Y creo que el mundo depende del cambio porque nuestra presencia en el mundo es tan poderosa en este momento que no solo hay que entonar con lo que pasó con Iraq, también hay que ver la forma de dar una mano al mundo y ser un buen vecino. Trato de explorar temas importantes.P: ¿Qué opina sobre aquellos que también denuncian que inventa ciertas escenas o que la realidad del sistema de salud internacional no es tan buena como la describe? R: Me alegro de que me lo preguntes. Creo que hay once o doce documentales que se han hecho en contra de Michael Moore, financiados por diferentes fuentes. Están Michael y yo, Yo y Michael, Michael Moore odia América, América odia a Michael Moore. No conozco todos los títulos, pero básicamente hay toda una industria con estas películas que me atacan. El otro día se me ocurrió que deberíamos organizar un festival con todas las películas anti Michael Moore. Hasta podríamos dar premios. Pero los ataques no son ciertos. Yo había filmado el documental Bowling for Columbine con la esperanza de que pararan las matanzas en las escuelas y se pudiera tocar el tema sobre lo fácil que es conseguir un arma en Estados Unidos. Y, trágicamente, las matanzas en las escuelas continúan.P: Por esa misma razón... ¿Cree que conseguirá algún cambio? Después de todo, con Fahrenheit 9/11 tampoco logró un cambio en la re-elección de George W. Bush. R: Cuando hice Fahrenheit 9/11 denuncié que habían ido a la guerra con pretensiones falsas. En el escenario del Oscar dije que la Casa Blanca era ficticia, pura ficción. Y por eso me sacaron con abucheos. Espero que ahora pueda tomarme un descanso, que alguien en algún momento me diga: “OK, a lo mejor no nos gusta cómo se ve este tipo pero nos avisó sobre General Motors, también sobre las matanzas en las escuelas y acerca de Bush y las razones de la guerra. Deberíamos prestarle atención”. Es mi profunda esperanza que esta vez la gente preste atención, porque no quiero esperar diez o veinte años antes que tengamos seguro médico universal en Estados Unidos.P: ¿Es verdad que la justicia norteamericana lo está investigando ahora por el documental Sicko? R: Sí. Diez días atrás recibí una carta certificada de la administración Bush notificándome mis derechos, diciéndome que estoy siendo investigado por violar las leyes de Estados Unidos que prohíben intercambios o viajes a Cuba. Pidieron que les proporcionara cierta información que querían. Nuestros abogados determinaron que tal vez quieran reclamar el contenido de la película; si se había obtenido ilegalmente al violar la ley, bien pueden intentar confiscar todo aquello que crean que fue obtenido en Cuba. Por eso me aconsejaron que hiciera un duplicado del filme original y lo sacara fuera del país lo antes posible. Y es lo que hice para tener algo que mostrar en el Festival de Cannes.P: ¿Pensó en las consecuencias cuando filmó el documental? R: Yo soy norteamericano y vivo en Estados Unidos de América. Es un país libre. Deberíamos poder viajar libremente, deberíamos poder hacer lo que queremos hacer. Y el solo hecho de tomar semejante precaución, cuando me lo dijeron los abogados, me pareció ridículo. Pero insistieron en que vivimos en un momento diferente. Solo hay el 10% o 20% (de probabilidades) de que suceda o a lo mejor no sucede para nada. Pero tampoco quise arriesgarme.P: ¿Hasta qué punto se arriesgaría para exponer sus ideas? ¿La cárcel realmente vale la pena? R: Yo hago lo que puedo. Ningún cineasta debería estar hablando sobre cárcel o penas o adónde se puede viajar. Es una conversación ridícula la que estamos teniendo. Si pertenecieras a la administración Bush, ¿no deberías esperar a que salga la película, en Navidad? Después, si quieren ir detrás de mí, que lo hagan.
P: ¿Quisieron retrasar el estreno en Estados Unidos? R: Ni siquiera discutimos esa posibilidad. Es una completa locura. Pero después hago una pausa y pienso “bueno, no lo sé”. Incluso quise ir al Festival de Cannes en silencio. No dije nada, no di entrevistas. Nadie iba a ver la película hasta que la presenté en Cannes, iba a ser la primera vez que pensaba hablar del tema.P: ¿Desde un principio había programado el viaje a Cuba para demostrar que tienen un mejor sistema de salud que EE.UU.? R: Todos los que hablan ni siquiera vieron la película. Pero el punto nunca fue ir a Cuba, sino al territorio norteamericano en la bahía de Guantánamo, para llevar gente que trabajó en el operativo de rescate del 9/11, para que reciban la misma atención médica que le dan a los detenidos de Al Qaeda. Ese era el objetivo. Y el viaje a Cuba fue un accidente, solo porque la bahía Guantánamo está ubicada ahí. Si el campo de detenidos hubiera estado en una de las bases navales de EE.UU. en Filipinas, Australia, España o Italia, hubiéramos ido allá. Y si nos hubieran rechazado de la base naval, hubiéramos pensado en ver la clase de ayuda que nos puede dar el sistema de salud español o el sistema de salud italiano. P: En EE.UU. es época de elecciones, ¿ninguno de los candidatos a presidente se acercó para plantear alguna idea por un cambio? R: Hasta ahora no vi a ningún candidato presidencial que tenga un plan para el cuidado de la salud, diciendo lo que se precisa decir. Y espero que suceda. No es suficiente que digan que apoyan la cobertura de seguro médico universal o que todos los americanos deberían tener una obra social. Es la forma de conquistarlos y por eso lo van a decir. Algunas de las compañías de seguro médico y ciertas compañías de medicamentos ya lo están diciendo. Pero quieren crear un sistema que imponga nuestros impuestos en las manos de compañías privadas para que lo controlen. Y es lo que no puede suceder. Necesitamos candidatos que hablen públicamente para quitar las ganancias en el tema de la salud. Las ganancias no deberían tenerse en cuenta a la hora de decidir cuándo hay que ayudar a alguien. No se puede dejar que los seguros privados tomen esas decisiones. Para decir algo a favor de las compañías de seguro, ellos están legalmente obligados a buscar el máximo de ganancias para sus accionistas. Tienen la responsabilidad, como bien dice la ley. Si no lo hacen, sus ejecutivos pueden meterse en problemas por violar la ley. ¿Y cómo maximizas las ganancias? La única forma es dando el menor cuidado posible a los pacientes. Y eso, para mí, es inmoral en nuestra sociedad. No debería pasar. Y nosotros somos el último país en el mundo industrial de Occidente que pasa por esta situación y se necesita un cambio. Precisamos un candidato que diga: “Se tienen que ir las compañías de seguro privadas”. Tienen que ser sin fines de lucro, manejadas por nuestro gobierno, para la gente.P: ¿Qué solución sugiere? R: Las personas de otros países están en una fila mucho más larga que nosotros porque viven tres años más. ¿Por qué? ¿Por qué los franceses, británicos y el mundo occidental tienen una mayor expectativa de vida? ¿Por qué un bebé que nace en Toronto tiene más chances de llegar al primer año de vida que un bebé nacido en Detroit? Hay algo que no estamos haciendo bien.P: ¿Cómo es que esta vez no confrontó a ningún político, como cuando en la puerta del Congreso le preguntó a diferentes senadores si ellos mandarían a sus hijos a Iraq, en el documental anterior de Fahrenheit 9/11? R: Bueno, esta vez decidí hacer una película diferente. Quise darle un tono diferente y quería decir las cosas en un modo distinto. No quería que el público me viera pegándole a un ejecutivo de una corporación para que me alienten, como cuando enfrenté al senador, preguntándole si él iba a mandar a su hijo a Iraq. La película no intenta que Michael Moore haga algo, sino que lo haga la gente norteamericana. Hice este documental muy silenciosamente. No aparecí en ningún programa de televisión en los últimos dos años y medio. Me cansé de los gritos que no llevan a ningún lado. No quiero participar de algo así. Por eso no lo hice, pero fue una decisión consciente.P: ¿Cómo tomará la otra confrontación que tenga cuando la industria farmacéutica le responda en contra o el gobierno diga que el documental es pura propaganda comunista? R: Tengo mucha fe en el público americano. La gente entiende. Y sé que son lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que esta película solo intenta mostrar cómo abandonaron a aquellos que trabajaron en el rescate de víctimas después del ataque terrorista en Nueva York, buscando ayuda del gobierno. Y cuando lo vean, no van a concentrarse en Cuba, Fidel Castro o cualquier otra propaganda que venga de la Casa Blanca. Van a decir: “¿Quiere decir que los detenidos de Al Qaeda reciben mejor atención médica que la gente que ayudó a rescatar a aquellos que sufrieron el ataque del 9/11?”. Y no van a prestarle atención a Bush. Solo el 28% del público lo apoya actualmente.P: ¿Qué lo llevó a desarrollar un documental de este estilo? ¿Vivió alguna experiencia personal afectada por las fallas del sistema? R: En 1999 tenía un programa de televisión en Estados Unidos que se llamaba La terrible verdad (The awful truth) y habíamos hecho una nota sobre un hombre que tenía seguro médico. Pero el seguro, la compañía Humana, no quería pagarle el transplante de páncreas que el doctor había recomendado. Y después decidimos conducir el funeral del hombre, aunque todavía estaba vivo, en el jardín de la compañía Humana. Tres días después, decidieron darle el transplante al pobre hombre. Y ahí empecé a darme cuenta de que con una cámara yo había salvado la vida de una persona. Así surgió la idea original.P: Como los otros 50 millones de estadounidenses que describe en el documental, ¿usted tampoco tiene seguro médico? R: Yo tengo la cobertura de la Asociación de Directores, el Sindicato de Autores y también el Sindicato de Actores. Tengo tres diferentes pólizas de seguro. Solo se precisa una. Teníamos una escena que no agregamos en la película donde iba al Sindicato de Autores para ver si yo podía ceder mi póliza a algún otro americano que no tiene seguro médico. Estoy sobreprotegido porque pertenezco a un sindicato. Pertenezco al 9% de la población norteamericana que pertenece a un sindicato.P: Y, personalmente, ¿nunca tuvo alguna experiencia negativa con los seguros médicos? R: Realmente no tengo demasiadas historias de terror con los médicos. Tuve mucha suerte, considerando que también formo parte de las dos terceras partes de la mayoría norteamericana que necesita caminar un poco. Y he sido bendecido por no tener que lidiar con ello. Pero al hacer esta película, empecé a pensar que era demasiado hipócrita filmar sobre el cuidado de la salud cuando yo no estaba cuidando mi propia salud. Y por eso un día empecé a caminar entre media y una hora por día. Y empecé a comer esas cosas que llaman frutas y vegetales. Y perdí cerca de 12 kilos en los últimos dos meses. Cuidar tu propia salud me parece una buena forma de luchar contra el sistema, porque de esa forma evito pasar por la oficina de un médico o algún hospital. Esa es mi intención.P: ¿Qué recomendaría para solucionar las fallas que también tienen otros países con la atención médica o los altos costos de medicamentos? R: No creo que tenga ningún derecho de decirlo. El resto del mundo ya está cansado de que los americanos le digamos a otros países lo que tienen que hacer. No es algo que se precise escuchar más de mí o ningún otro norteamericano. Sé que hay problemas en el sistema de salud francés y británico. No soy un idealista que encontró el paraíso. La mayor parte de los temas los aprovechamos como sátira, especialmente con los franceses. Pero eso no significa que no haya alguna falla. Pero esas mismas fallas tienen que ser corregidas por ellos, no por mí.","isAccessibleForFree":true}