La momia de Hatshepsut, poderosa faraona del antiguo Egipto, no reposaba en las tumbas construidas en su honor en el Valle de los Reyes.
La momia de 3.400 años yació durante años olvidada y anónima en los sótanos del Museo Egipcio de El Cairo y ahora los egiptólogos afirman que han logrado identificarla por técnicas de ADN.
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El jefe de antigüedades del museo, Zahi Hawass, afirma que es “el descubrimiento arqueológico más importante desde el hallazgo de la tumba de Tutankamón, en 1922”.
La evidencia más importante fue un hueco entre los dientes de la momia que encaja con un molar hallado dentro de un vaso funerario grabado con el nombre de Hatshepsut.
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La momia fue descubierta en 1903 por Howard Carter. Hatshepsut fue una soberana de la 18ª dinastía que reinó durante 21 años en el siglo 15 aC.
Aunque no le correspondía gobernar se impuso sobre su hermano Tutmosis II y sobre el heredero legítimo al trono, Tutmosis III, se vistió como hombre –incluida la barba postiza– y se autoproclamó faraón de Egipto.
Su poder se extendió a lo largo y ancho de Egipto, logró un reinado próspero y fue una constructora prolífica, pues comisionó cientos de proyectos arquitectónicos.
Actualmente, su templo funerario ubicado cerca del Valle de los Reyes, en el alto Egipto, es uno de los monumentos más famosos y además uno de los más visitados.