Los préstamos 555 del Banco Nacional de Fomento se dan de acuerdo con la extensión del terreno del aspirante y su valoración depende del cultivo y la zona. Por ejemplo, en Daule (Guayas) se da $ 500 por hectárea, mientras en Quevedo (Los Ríos) se puede llegar a $ 1.500. Hasta mayo se han entregado 6.201 créditos.
Los préstamos 555 y los microcréditos, promocionados por el Gobierno a través del Banco Nacional de Fomento (BNF), llegaron a 6.201 personas hasta mayo, tan solo el 2,4% de las 300 mil que se pretende abarcar durante su vigencia.
Reclamos por la falta de atención o exigencia de hipotecas o garantes marcan las jornadas de las sucursales del BNF en el país. En Daule (Guayas), por ejemplo, los agricultores dicen que llevan hasta dos meses de vana gestión. Walter Poveda, gerente general del BNF, indica que ya se dieron $ 30 millones. Acepta que hay problemas, pero ofrece corregir.
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Son las 09:00 del 19 de junio. En el portal del BNF en Daule unas 30 personas hacen fila. En su mayoría son hombres del campo, algunos con sus zapatos enlodados, con sombreros de ala ancha y carpetas bajo el brazo o envueltas en fundas plásticas. Están impacientes. “¡Que abran rápido”!, grita uno. “Ya me tienen dos meses diciendo que venga tal día y nada”, señala otro.
Todos son agricultores de este cantón guayasense que pugnan por conseguir un crédito del BNF, aquel denominado por el gobierno de Rafael Correa como 555 ($ 5.000, a 5 años plazo y al 5% de interés).
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Ellos están inconformes. Culpan al gerente de la sucursal, Ronald Romero, de ser quien les está negando los créditos. Este prefiere no hablar, “por disposición superior”.
“Por la televisión dijo el presidente Correa que vengamos al Banco de Fomento, que hay préstamos para los campesinos, pero uno viene y nada. El pobre se angustia por eso; no es lo que el Presidente dice”, afirma una mujer que solo se identifica como Magda, pues teme que al dar su apellido le “pongan el ojo y nunca le aprueben la plata”.
Otros interesados sí se identifican plenamente y cuentan sus peripecias. Carlos Alberto Hidalgo Baidal, de 57 años y residente en el recinto Las Maravillas, es uno de ellos. “Tengo más de un mes en ir y venir. Me dicen que ya van a hacer el informe y nada. El Gobierno dice que esto es bueno pero aquí ponen trabas. Indican que no tienen plata y quieren que acepte el préstamo de fondos propios (así se denomina una línea crediticia del BNF), pero ahí cobran hasta el 12% de interés”, señala.
Ricardo Porfirio Román es del recinto Los Jazmines. Lleva tres semanas de trámite, luego que tenía listos la escritura del terreno, el certificado del Registro de la Propiedad y el pago de predios en el Cabildo. “Tengo cuatro hectáreas y solo dan $ 500 por hectárea. Si aprueban me darán unos $ 2.000, sin contar con el descuento de los intereses, pero no a cinco sino a uno o dos años plazo, nada más”.
Aquellas quejas de los agricultores dauleños sintetizan parte de la inconformidad de miles de agricultores que en la Costa, Sierra y Oriente ven difícil obtener los créditos 555, que el Gobierno promueve a través del BNF desde hace tres meses, dirigidos a la agricultura y pequeña empresa, además de los microcréditos para comerciantes y de desarrollo humano para quienes perciben el bono.
Una vez emitido aquel decreto, voceros del gobierno de Rafael Correa y del BNF anunciaron que la meta era servir a 300 mil potenciales micro y medianos empresarios del país, en esta cifra están incluidos los agricultores. Se anunció que el plan tenía un financiamiento de $ 140 millones para el 2007, en beneficio de unas 28.000 personas. De este monto $ 30 millones fueron asignados al inicio del proceso y se anunció que a fines de marzo pasado ya estarían otros $ 20 millones.
Hoy, a más de tres meses de iniciado el plan de los 555, están distribuidos los primeros $ 30 millones pero aún no se hace efectivo el resto. Según las estadísticas del BNF, hasta fines de mayo en el país se beneficiaron 6.201 personas (6.021 del tipo 555 y 180 microcréditos), lo que significa el 2% de los 300 mil que se proyecta abarcar con la totalidad del programa y el 22% de los 28.000 que se beneficiarían en este año.
Los agricultores Ricardo Román y Nivaldo Guerrero, de Daule, así como otros de Balzar y El Empalme (Guayas), Quevedo y Mocache (Los Ríos) y La Maná (Cotopaxi) sienten desazón porque las reglas de los 555 son las mismas que para los préstamos normales. Y porque no pueden acceder a los $ 5.000 sino a entre $1.000 y $3.000, además los plazos varían.
Por ejemplo, para cultivos de ciclo corto, insumos agropecuarios y compra de porcinos, el BNF establece que el dinero se dará a un año plazo. A cinco años son los destinados a la compra de maquinaria agrícola, adquisición de vacas e infraestructura para negocios de todo tipo.
El monto del préstamo depende del número de hectáreas, el tipo de cultivo y la zona en la que se siembra. Así, en Daule, Balzar, Mocache, Vinces, el BNF proporciona $ 500 por hectárea, cantidad similar a la del Oriente, mientras en La Maná y Quevedo se facilitan hasta $ 1.500 por hectárea, sobre todo cuando se trata de cultivos de cacao.
La garantía es el dolor de cabeza de los campesinos. Para obtener un 555 es fundamental contar con un garante, pero no logran conseguirlo.
Frente a ese inconveniente, lo ideal es hipotecar el terreno. Si quien gestiona no posee la escritura de la tierra y es arrendatario, debe tener un contrato legalizado, además de un garante.
La hipoteca demanda tiempo y un gasto adicional. El gerente del BNF en Vinces, Mario Morán Yela, explica que para obtener un crédito de $ 1.000 el interesado puede gastar alrededor de $ 100 en los trámites de la hipoteca y su inscripción en el Registro de la Propiedad. Entonces, lo que recibe son $ 900. “Pero eso no es culpa del banco sino de otras entidades”.
La propiedad de la tierra, que en diversos sectores del Ecuador no está legalizada o es de propiedad compartida, se señala como otro principal obstáculo.
Teresa Zhingre, dirigenta comunitaria de Huamboya, en Morona Santiago, es contundente: “Los créditos son solo para quienes tienen escrituras. Cientos de campesinos e indígenas del Oriente pertenecen a organizaciones comunitarias y poseen títulos globales. No sirven ni siquiera los papeles de compraventa. Esos créditos solo sirven para los ricos”. Solo en ese cantón oriental existen 60 comunidades entre colonos e indígenas shuar, donde la propiedad de la tierra es colectiva.
Por eso los comuneros no han accedido a los créditos estatales.
Igual problema tienen otras zonas agrícolas de la Sierra y la Costa, como la parroquia Barraganete (Manabí), en la parte alta de la presa Daule-Peripa.
“Los 555 son solo para unos pocos. Hay muchos pretextos para nuestro sector de Barraganete, porque mucha gente no tiene oportunidad de tener escrituras y eso dificulta para que se pueda acceder a esos y otros créditos del banco”, afirma Lenin Láinez, presidente de las comunidades aledañas a la represa y quien en la pasada campaña presidencial promovió la candidatura del actual mandatario Rafael Correa.
Los beneficiarios de los 555, en cambio, señalan haber recibido un importante apoyo para sus proyectos. Carlos Mendieta, de El Empalme (Guayas), dice que consiguió $ 3.000 para la compra de chanchos.
“Gracias a ese préstamo, creo que dentro de un año tendré una buena ganancia”, menciona.
En ese cantón guayasense, 150 solicitudes fueron aprobadas y se entregaron $ 400 mil desde la segunda semana de abril, indica Luis Plaza, gerente del BNF en el lugar. En Quevedo, donde funciona una sucursal regional que abarca gran extensión agrícola, se dieron 200 operaciones del 555 y 60 microcréditos.
Pese a todo, la esperanza sigue. “El presidente Correa dijo que vayamos al banco por los préstamos. Pusimos mucha fe; ojalá se cumpla”, expresa Nivaldo Guerrero, dueño de cuatro hectáreas de tierra destinada a la siembra de arroz, en Las Maravillas, de Daule.