“Cuando la demanda crece, se debe dar más capacidad a la célula y aumentar el número de radio bases. Si esto no es posible, se afecta la calidad del servicio. Por ello, en ciudades grandes es inevitable la instalación de infraestructura dentro de la urbe”, añade el comunicado.

“El usuario quiere servicio pero no quiere antena y aquí cabe aclarar que la frecuencia en la que operan todos los equipos de telefonía móvil es muy baja y de hecho al ser de baja potencia se necesitan equipos a poca distancia unos de otros. Es decir que lo que garantiza que la potencia sea baja es que las antenas estén cerca unas de otras”, dice Daniel Bernal, director jurídico de Porta.

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Bernal añade que alrededor de este tema “se construyen muchos mitos, pero hay una sola verdad: todos los estudios de la Organización Mundial de la Salud  (OMS), hasta la fecha, no han concluido que las radiaciones no ionizantes generen ninguna afectación a la salud y la razón es la baja frecuencia con que operan”.

Bernal agrega: “Esta no es industria nueva, tiene más de 20 años en países desarrollados y funcionan bajo la misma tecnología que aquí”.

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Telefónica señala que la Comisión Internacional para la Protección de Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP, por sus siglas en inglés) señala que el límite de emisión electromagnética de una radiobase para la población en general es de 0,4 milivatios por centímetro cuadrado y que las antenas de Telefónica Movistar arrojan mediciones “muy inferiores”, según los controles que realiza la Superintencia de Telecomunicaciones (Suptel).

Bernal argumenta lo mismo y refiere un cuadro de mediciones de la Suptel que se pueden ver en www.suptel.gov.ec