La reunión concluyó con ninguna resolución de trascendencia ante la mayor amenaza que ha enfrentado la especie humana desde su aparición sobre la Tierra, la del cambio climático mundial.
Nada se dijo sobre el genocidio en Dafur o la guerra en Iraq. Nadie se acordó allí de la pobreza, el tráfico de personas o el drama de los emigrantes.
En cambio, quedó en evidencia que siguen aumentando las tensiones políticas e incluso bélicas entre las naciones poderosas, a medida que se revive entre Estados Unidos y Rusia la vieja discusión de instalar misiles de gran alcance del uno amenazando al otro.
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La economía mundial hoy se muestra dinámica y eso contribuyó seguramente a que se siga aplazando el tratamiento de los grandes problemas sociales. Pero aunque se haya querido dejar para mañana los deberes de hoy, eso no impedirá que más temprano que tarde llegue la factura, y entonces vendrá con un doloroso recargo.