Con la proyección de Death Proof dentro de la sección oficial, Quentin Tarantino comenzó solo, el martes pasado en Cannes, el viaje europeo de la esperanza, decapitando a la mitad el bicéfalo Grindhouse, realizado en conjunto con su colega y gran amigo Robert Rodríguez, el cual fue un fracaso comercial en Estados Unidos.

Este homenaje al cine de serie B emula los antiguos programas dobles, compuestos por dos cintas diferentes, con un marcado estilo personal, inicialmente conectados entre sí por un juego refinado de promocionales, de propia autoría.

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Pero los productores, los hermanos Weinstein, para salvar su bolsillo tratan ahora de replicar el milagro de la multiplicación de las cintas que lograron con Kill Bill 1 y 2 y han dividido a Grindhouse en dos, obligando a ambos directores a “inflar” sus episodios para darle a cada uno la duración de un filme.

En este caso, Tarantino, consagrado con la Palma de Oro adjudicada a Pulp Fiction en 1994, ha debido insertar, con extrema rapidez para llegar a tiempo al festival, numerosos descartes del material filmado, en especial la escena del baile fogoso de Vanesa Ferlito a Kurt Russell.

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Rodríguez, cuya mitad se titula Planet Terror, ha hecho lo mismo, pero se estrenará unos meses después. A los numerosos fans ‘tarantinescos’ esto causa alegría, pero a los críticos los pone en un dilema filosófico: ¿cómo juzgar estéticamente una obra que nació para ser íntegra y ahora  se convierte en dos mitades?

Por lo visto, los Weinstein confían en la célebre afirmación de Jean-Luc Godard: “Para hacer un filme, basta una mujer y una pistola”. Y, de hecho, el compulsivo Tarantino, en su intento de ascender al Olimpo del cine mundial, ha incluido en su violenta historia ocho intrépidas jovencitas, y a la pistola la ha sustituido por un singular vehículo que mata a más de 200 km por hora, con la conducción de un diabólico Kurt Russell.

Buena parte de la crítica se divirtió con este “juguete adrenalínico”, mientras que la otra no dejaba de preguntarse ¿qué hace una película como esta en la competencia de un festival como Cannes? Pero la mayoría coincidía en que las imágenes de los choques de automóviles y de chicas medio mutiladas saliendo machacadas del interior de los vehículos marcarán la tendencia del futuro.

Tarantino saltó a la fama con su primera película, Reservoir Dogs, un festival de violencia gratuita y sangre a montones hiladas por un fino guión. Luego confirmó su talento con Pulp Fiction y dejó definitivamente su huella con las perturbadoras entregas de Kill Bill.