Se trata de dos ballenas jorobadas, una madre de cerca de catorce metros y su hijo de casi siete, que desde el domingo siguen curso arriba el río Sacramento hasta alcanzar la capital californiana.
Ambas ballenas están heridas, posiblemente a causa del roce con las hélices de los barcos a su entrada en el delta, por lo que la vuelta a su hábitat es cada vez más urgente, señalaron los expertos.
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Para ello, los biólogos planean utilizar altavoces sumergibles para reproducir las mismas “canciones” que dieron resultado en 1985, cuando una ballena apodada “Humphrey” se aventuró en el río durante casi un mes, aunque no llegó tan lejos como este par.
Una vez que inicien el camino hacia el océano, una flotilla de barcos les cerrará el paso para impedir que den la vuelta.
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El martes por la noche se encontraban cerca de Sacramento, la capital de California, en un canal que llega hasta el puerto comercial de la ciudad y sin la profundidad necesaria para que pudiesen proseguir su excursión hacia el interior.
“Estas ballenas probablemente vuelven de México (donde emigran en invierno) y sus reservas de grasa están en su nivel más bajo”, dijo Frances Gullan, del Centro de Animales Marinos de Sausalito.
Estos mamíferos se alimentan de anchoas, sardinas y otros peces marinos. “Obviamente, aquí no hay suficiente alimento para mantenerlas”, dijo el biólogo del Servicio Nacional de Pesca Marina, Joe Cordaro.
Un caso similar ocurrió en enero del año pasado cuando una ballena nariz de botella se alejó 65 km del mar e ingresó al río Támesis, en el centro de Londres, donde falleció pese a los esfuerzos por salvarla.