Tranquilo y convencido de que su actitud fue en todo momento “absolutamente irreprochable”, el presidente de Air Madrid, José Luis Carrillo, junto a otros tres altos cargos de la compañía, afrontó ayer la primera diligencia judicial como imputado por un presunto delito de estafa y fraude a los consumidores, tras el cese de operaciones de la aerolínea el  15 de diciembre del 2006.