La actual generación de ancianos vive menos años que sus antecesores.
Los famosos ancianos de Vilcabamba, en la provincia de Loja, están muriendo más prematuramente que sus antecesores como resultado de las tensiones de la vida moderna traídas por turistas y los interesados en la eterna juventud.
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Los ancianos dicen que la modernidad ha invadido e interrumpido la tranquilidad y la despreocupada forma de existencia del valle, que era clave para su longevidad.
Para el gerontólogo Nelson Jurado, quien ha estudiado a los ancianos de esta población, “este tsunami de desarrollo está afectando el frágil ecosistema de Vilcabamba”.
El lugar se ha convertido en tierra fértil para el turismo y utiliza su fama para vender todo, desde cigarrillos del Valle de la juventud eterna hasta agua embotellada.
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La modernidad los ha "golpeado"
A sus 89 años, Néstor Carpio dice que no espera vivir tanto como su padre Miguel, que alcanzó los 124 e hizo a este minúsculo valle ecuatoriano famoso en el mundo por la longevidad de sus habitantes.
Actualmente, los ancianos de Vilcabamba están muriendo más prematuramente que sus antecesores, en lo que parece ser el resultado de las tensiones de la vida moderna traídas por turistas y los interesados en la eterna juventud.
“La vida era tranquila antes, ahora el pueblo ha crecido mucho”, dijo Carpio, sentado afuera de su casa de adobe, mientras automóviles esparciendo los acordes de la tecnocumbia cruzan por los alrededores. “Los más viejitos están muriendo bien rápido”.
Los grupos de jóvenes que beben cerveza y fuman alrededor de la plaza principal de la aldea contrastan agudamente con las imágenes de robustos ancianos que llevaban a cuestas las cosechas de papas, cebollas y hierbas a través de los escarpados caminos andinos.
Los centenarios ancianos usualmente son vistos jugando cartas en la plaza o sentados por la iglesia, dicen los pobladores de Vilcabamba, pero hay menos por la muerte de algunos en años recientes. Ellos citaron los funerales de dos ancianos que creían tenían 118 y 124 años.
“Ya no comemos la comida natural del pasado”, comentó Ramón Santín, de 89 años, que estuvo una sola vez en un hospital por un dolor de estómago. “La vida es diferente ahora”.
Balance trastornado
Nelson Jurado, un gerontólogo que ha estudiado a los ancianos del valle de Vilcabamba, considera que un delicado equilibrio entre una buena composición genética y un ambiente sano ha ayudado a prolongar sus vidas.
“Este tsunami de desarrollo está afectando el frágil ecosistema de Vilcabamba”, dijo Jurado. “Esta gente vive a un ritmo más acelerado y eso ha tenido un impacto en su calidad de vida y longevidad”.
Científicos extranjeros han cuestionado la edad verdadera de los ancianos de Vilcabamba, porque la mayoría carece de la documentación oficial, como sus partidas de nacimiento.
Pero Ecuador ha sido casa de la persona más vieja del mundo, María Capovilla, quien murió a los 116 años, en agosto pasado.