Cuando forzaron la puerta de su dormitorio, lo encontraron colgando del clóset. El 30 de marzo de 1961, un viernes de Semana Santa, el poeta David Ledesma Vázquez se ahorcó utilizando una corbata amarilla. Ese cuerpo sin vida que se balanceaba en el vacío, años atrás en Autorretrato con una pena escribió de sí mismo: “Este pobre David que nada pide/ sino un poco de paz para vivir,/ una piedra pequeña en qué apoyar/ la cabeza cansada de palabras,/ y un centavo de sueño que permita/ creer que todavía hay gente buena”.