Su séptimo hijo nació sordo y ciego, pero ella desarrolló una terapia que hizo que tuviera una vida más “normal”, dentro de las posibilidades, aunque debía dedicarle entre diez y doce horas diarias durante meses.

Le tenía terror  a la anestesia ya que su hermana había sufrido complicaciones con un embarazo por culpa de una mal aplicada. Tanto era su temor que decidió tener a sus siete hijos sin recibir el medicamento. Todos los embarazos habían ido bien. A ella “nunca” le pasaría lo que a su hermana, quien había tenido un niño con problemas de salud. “Pero Dios para quitarme esos miedos, en su infinita generosidad, me regaló un hijo precioso, pero dañado”, comenta Christine de Vollmer con la alegría propia de una mujer -que dice- trata de llevar una vida de constante obediencia a los designios de Dios.

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Efectivamente, con el séptimo embarazo tuvo inconvenientes: Leopoldo nació sordo, ciego y sin la capacidad de poder alimentarse. Para Christine este fue un regalo de Dios ya que le permitió aprender muchas cosas de las que antes nunca se había preocupado ni conocido.

En lugar de desanimarse o de echarle la culpa a Dios, le dedicaba entre 10 y 12 horas diarias a su hijo para estimular su cerebro a través de los sentidos,  llegando sin querer a desarrollar una terapia.

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A los quince días de nacido, gracias a esta terapia, Leopoldo empezó a oír y a crecer una pulgada al mes durante los primeros siete meses. A los 2 años, el niño comenzó a ver, empezando por un reflejo de pupila, luego siguiendo objetos.

Christine aún continúa difundiendo su terapia, a pesar de que su hijo Leopoldo falleció a los 14 años.

Hija de un ex militar francés  y de madre inglesa, Christine nació en California, Estados Unidos, desde temprana edad empezó a desarrollar en ella un sentido de solidaridad con los problemas que veía en el mundo y en especial los de Latinoamérica.

En 1961 se casó con Alberto J. Vollmer y viajó a Venezuela, donde reside con su familia desde esa época. Con su esposo comenzaron a trabajar e investigar sobre personas que estaban a favor de la vida y desde siempre pusieron a Dios en un lugar preponderante dentro de su matrimonio.

Vino a Guayaquil para participar como expositora en el I Congreso Pro Vida y Familia que se realiza en el país, el viernes disertó sobre la globalización y su impacto en la familia. Ella cree firmemente que se debe luchar contra quienes quieren destruir la vida y dañar los lazos entre las personas.

“Las familias están sufriendo porque los padres se ausentan de los hogares. Las pandillas, los crímenes, la drogadicción, los embarazos precoces son causados en el 80 o 90% por la ausencia del padre en el hogar”, reflexiona Christine.

Piensa que la lucha no está perdida, pero que debemos dudar consistentemente de los mensajes que nos llegan de todos lados: erotismo, consumismo, masificación, producto de grandes intereses económicos y que sin darnos cuenta nos seducen y allí empezamos a “caminar por el lado equivocado”.

A su juicio, es dentro del ámbito familiar donde los padres deben tratar de proteger siempre a sus hijos para que estén libres de esas presiones externas y no sean seguidores de masas solamente, sino que actúen con criterio y libertad propia.

Bajo ningún concepto está justificado el aborto. Cree que cuando lo justificamos, como en los casos de violación, de peligro en la vida de la madre, etc, estamos cometiendo una injusticia con seres indefensos.

Christine es dueña de una de las fábricas de ron más grandes de Venezuela. Actualmente es considerada una de las dirigentes Pro Familia más importantes e influyentes del mundo.

Perfil

CHRISTINE DE VOLLMER

EDAD
67 años.

CARGOS
Fundadora y presidenta de la Asociación para la Vida Humana de Venezuela y de la Alianza Latinoamericana para la Familia (Alafa).
Miembro del Pontificio Consejo para la Familia y miembro fundador de la Pontificia Academia para la Vida.
Miembro de la delegación de la Santa Sede en las Naciones Unidas (1990-1995).
Creadora del método “Leopoldo” para el tratamiento de niños.

FAMILIA
Casada con Alberto J. Vollmer desde 1961.

Tiene 7 hijos y 18 nietos.