Relectura. La vasta producción literaria del francés Jean Baudrillard da cabida a más de una lectura.

“Es real, Jean Baudrillard ha muerto”. De este modo anunciaba una agencia de noticias la muerte del filósofo francés la semana pasada. ¿Qué tiene de particular aquello? Contiene, con ironía, una paradoja; y resume al mismo tiempo lo que fue Baudrillard (Reims, Francia, 1929) como escritor.

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Y es que el núcleo de su reflexión durante cuatro décadas fue lo virtual invadiendo el espacio de la realidad. De allí que su muerte “real” acababa retando todo su pensamiento. En efecto, “ya no se trata de creer o de no creer, pues lo único que importa es hacer creer y todo se agota en este efecto de credibilidad” afirmaba en El paroxista indiferente (1997). ¿Podemos creer que ocurrió en verdad su muerte?

¿Cómo se inicia esta reflexión intermitente única, que es toda la inmensa obra de Baudrillard? Se inicia con la crítica sistemática de la sociedad de consumo. En su primer libro, el fundacional de su vasta obra, El sistema de los objetos, Baudrillard proclama la ruptura del equilibrio por la irrupción vertiginosa de los objetos, en la civilización contemporánea.

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Y a partir de esa ruptura, cuando la tecnología acelera la vida cotidiana, “los objetos cotidianos proliferan, las necesidades se multiplican, la producción acelera su nacimiento y su muerte y nos falta un vocabulario para nombrarlos”.

Un mundo de excesos irá dejando atrás las realidades. La obscenidad reemplazará al erotismo, el sexo se desvanecerá en el porno, las masas sociales estallan en las estadísticas y acaban desapareciendo, el desnudo borra la seducción, el aceleramiento de los fenómenos provoca la inercia, la información se agota en sí misma y es su propio fin, el desbordamiento brutal de la realidad convierte al ataque a las torres gemelas en un sangriento simulacro, en una secuencia cinematográfica que (quizás) nunca ocurrió, solo ocurrió en vivo y en directo en las pantallas de televisión.

En síntesis, reversibilidad, antagonismo, paradoja, simulacro. Y a aquel que incesantemente está pensando el mundo como una sucesión de simulaciones, al escritor Jean Baudrillard, no le quedará más que “la especulación a muerte, cuyo único método es la radicalización de todas las hipótesis”.

Esta frase escrita en 1976, va a ser el signo distintivo de toda su obra posterior. Radicalización de la hipótesis que le llevó a titular una de sus obras como La guerra del Golfo nunca tuvo lugar, pues fue un hecho virtual ocurrido a comienzos de la década del noventa, en las pantallas de televisión exclusivamente.

Este método de la radicalización de las hipótesis le valdrá a Baudrillard que más de un crítico le acuse de fantasioso, de filósofo muy poco riguroso.

Pero, de todos modos, fascinante, provocador. Luego de El sistema de los objetos (1968), La sociedad del consumo (1970), Por una crítica de la economía política (1972) y El intercambio simbólico y la muerte (1976), libros que ponen las bases para su reflexión libérrima de los años ochenta y noventa, y de algunos ensayos casi coyunturales –Olvidar Foucault (1977), A la sombra de las mayorías silenciosas o el fin de lo social (1978)  y El Partido Comunista o el paraíso artificial de lo político (1978)– Baudrillard publicará un nuevo texto  de enorme significación: De la seducción (1979).

En este libro va a internarse en un fascinante espacio del artificio y del ritual, un espacio que Baudrillard mantendrá vivo en libros posteriores como Las estrategias fatales (1983) o La transparencia del mal (1990).

La seducción como aquello secreto, la seducción condenada primero por la moral y más tarde, en nuestro tiempo, eclipsada por la proliferación, el exceso de las imágenes y la liberación de los deseos.

Sería imposible referirse en una nota de prensa a toda la obra de Jean Baudrillard. Entre 1990 y su muerte publicó veintiséis libros de muy diverso tono y trascendencia –de lo más destacado: América (1997): Toda su obra está marcada por esa persistente reflexión de lo real y lo virtual, allí donde el exceso provoca que los hechos reales pierdan equivalencia y se aproximen a la nada, se nieguen finalmente.

El simulacro vaciando de realidad a lo real, para llegar a la “realidad virtual” gracias a las fuerzas mediáticas... “Todo ocurrirá en esas cajas de aislamiento sensorial que son las pantallas y las redes telemáticas”, afirma en El paroxista indiferente. Y este título resume al Baudrillard de los últimos años, el escéptico que mira el penúltimo día de la humanidad...

“El paroxismo sería el momento previo al final, es decir, no el del final, sino el que está justo antes del final, justo antes de que ya no haya nada que decir”. La obra de Jean Baudrillard permite más de una lectura. Si se pudiese hablar de una lectura distinta en cada uno de nosotros, optaría por el gozo de sumergirse en su pensamiento, de asombrarse tal vez con sus hipótesis, de seguir su juego teórico y sus laberintos de combinaciones, de detenerse en esa forma aparentemente gratuita de construir conceptos, para finalmente resurgir a la superficie con una sensación particular: la posibilidad de una mirada crítica sobre el mundo.

PERFIL: Jean Baudrillard

EDAD
Falleció el pasado 6 de marzo, a los 78 años.

SUS INICIOS
Estudió filología germánica en La Sorbona de París, ejerció la docencia en institutos de educación media y superior. Fue director científico.

TRADUCCIÓN DE SU OBRA
La mayor parte de la obra de Baudrillard ha sido traducida al español y portugués.