Un misterioso rayo de sol ilumina en pleno invierno la pequeña plaza de la iglesia de la Natividad de Viganella, lo que para muchos resulta un milagro ya que los habitantes no recuerdan en 800 años de historia la catedral repleta de luz en el frío mes de enero.
¿El secreto de ese milagro? Un espejo formado por catorce enormes placas de acero inoxidable, de 40 metros cuadrados, instalado a 250 metros de altura, sobre la montaña.
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El gigantesco espejo refleja desde diciembre pasado los rayos solares sobre el pequeño pueblo, castigado como por una maldición.