El hermetismo marcó ayer la primera jornada de reuniones entre Rafael Correa y sus colaboradores en Punta Centinela Yacht Club, un exclusivo resort ubicado en este balneario de la península de Santa Elena.
El mandatario electo arribó a las 11:25 sin hablar con la prensa ni escuchar al grupo de simpatizantes que lo esperaba desde temprano.
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Al encuentro asistieron 16 de los 17 ministros designados; el de Gobierno, Gustavo Larrea, no llegó porque se hallaba en Quito en negociaciones con los bloques legislativos.
Ayer se tenía previsto estudiar la nueva estructura del Estado con base en un organigrama general de cómo funcionará el gobierno incorporando las nuevas dependencias y definiendo los organismos que desaparecerán.
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También se analizó el sistema informático de gobernabilidad (Sigob), que usarán los funcionarios de manera interna para rendir cuentas.
Según la agenda de labores, los ministros expondrán hoy (por quince minutos cada uno) sus propuestas, planes de trabajo y necesidades.
La sesión se verá interrumpida esta noche cuando llegue el cantante Héctor Napolitano, quien fue invitado por Correa para animar a sus funcionarios antes del cambio de mando, el lunes próximo. Mañana se retomarán las reuniones con la definición de presupuestos para cada entidad.
El equipo de Correa estuvo pendiente de lo que ocurría en Quito con la “ruptura” de la mayoría “anticonstituyente”.
Mientras el secretario de la Administración Pública designado, Vinicio Alvarado, hablaba con la prensa, le avisaron por celular sobre la separación de Sociedad Patriótica y preguntó a los periodistas si era cierta esa noticia.
Se confirmó que Correa viajará la próxima semana a Brasil para explotar la condición de miembro asociado que el país tiene en el Mercosur.
Algunos simpatizantes de Correa –unos 60– se quejaron porque no fueron recibidos.
Se retiraron a las 18:00. “Antes andaba atrás de nosotros y ahora ni siquiera nos mira”, reclamó una mujer mientras un grupo de niños gritaba para poder ingresar.