La ridiculización como una forma de reducir el mito. Así es vista la comedia Mein  Fuehrer ... sobre Adolfo Hitler que se estrenará el próximo 11, primero en Alemania.

Pronto en las carteleras cinematográficas: un Adolfo Hitler confundido por las drogas que juega con un pequeño barco en la bañera, viste a su perro con el uniforme nazi y toma datos de actuación de un judío preso en un campo de concentración.

Publicidad

Mein Fuehrer: verdaderamente la más verdadera verdad sobre Adolfo Hitler se estrenará el 11 de enero, primero en Alemania, y pisa un terreno hasta hace poco prohibido. No se trata de  The Producers de Mel Brooks ni de  El gran dictador de Charlie Chaplin, sino de una producción alemana que osa tratar a Hitler como comedia.

El director de Mein Fuehrer..., Dany Levy, un judío nacido en Suiza que vive en Berlín, dice que por mucho tiempo sintió la necesidad de explicarse cómo fue posible que los alemanes siguieran a Hitler, arrastrando a la nación a la guerra y el holocausto. “Tuve la sensación de que tenía que hacerlo con otro género, siendo capaz de exagerar a través de la comedia”, dijo.

Publicidad

El filme comienza en diciembre de 1944, con Berlín en ruinas y un Hitler demasiado deprimido como para pronunciar un discurso que reanime a su pueblo. Su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, encuentra una solución en Adolfo Gruenbaum, un actor judío que entrenó a Hitler al comienzo de su carrera y ahora está en un campo de concentración.

Gruenbaum usa la misión para tratar de matar a Hitler, pero fracasa. Así que somete al líder a humillantes ejercicios actorales. La farsa llega a su cumbre cuando el barbero de Hitler le afeita accidentalmente la mitad de su icónico bigote y el enfurecido dictador le grita hasta quedarse afónico, por lo que Gruenbaum tiene que prestarle su voz para pronunciar el gran discurso, pero se desvía del texto para hacerlo quedar en ridículo.

Todo esto hubiese sido inconcebible hace una década, cuando los alemanes estaban sumidos en  una evaluación muy seria del nazismo y cómo conmemorar a sus víctimas, dijo Paul Nolte,  profesor de historia contemporánea.

Levy, de 49 años, señala que la película ganadora del Oscar del italiano Roberto Benigni   La vida es bella (1997), sobre un padre que usa medidas desesperadas y divertidísimas para proteger a su hijo de los horrores de un campo de exterminio nazi y lo convence que todo se trata de un juego, es una precursora que logró romper tabúes.

“Pienso que es importante crear nuevas películas, también del holocausto y del nazismo, y no siempre trabajar sobre filmes viejos realistas porque  eso nos hace perezosos y nos cansa”, dijo Levy.

El semanario Der Spiegel anotó que la nueva ola de trabajos sobre Hitler demuestra   una necesidad de reducir el mito. “El último modo de encoger el mito es ridiculizarlo”, agregó.