El aeropuerto J. J. de Olmedo es sitio de emotivos momentos tras las llegada por fin de año de migrantes.
Su rostro denota preocupación y ansiedad. Con sus ojos brillantes, Marlene Feijoó, de 16 años, dirige su mirada hacia la puerta de arribo internacional del aeropuerto José Joaquín de Olmedo. La joven espera que su mamá salga entre los pasajeros del vuelo de Avianca que llegó al país, a las 19:56 del miércoles pasado, procedente de Madrid (España).
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Después de seis años el encuentro entre madre e hija parece eminente, pero los minutos pasan y parecen eternos. La mujer no aparece y Marlene está nerviosa, frota sus manos entre sí y se persigna invocando a la Divinidad que todo salga bien. “No quiero que le pase nada”, dice mientras continúa su espera en la terminal aérea donde el ambiente es de ansiedad.
Como ella, decenas de personas también acuden a recibir a sus familiares. Carteles, flores, globos dan la bienvenida a los viajeros, mayoritariamente emigrantes que abandonaron suelo patrio en procura de un mejor porvenir para los suyos. “Ahí viene, ahí viene”, es el grito repetido que precede el reencuentro familiar que se manifiesta en abrazos y lágrimas.
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Aladino Sornoza, de 34 años, deja caer su equipaje de mano y se aferra a sus hijos Diego (20), Braulio (14) y Giomara (8). Su esposa Floricelda Sornoza ve conmovida y segundos después se les une en una escena que toca emocionalmente a los presentes. “No tengo palabras para expresar la felicidad que siento en este momento. Son seis años de ausencia...”, expresó el progenitor, quien llegó procedente de Milán (Italia).
En tanto, y tras cuatro años, Nancy Apolo se reúne con sus vástagos Karen (13) y Anthony (9) Villacrés. La mujer no vino sola sino junto al nuevo integrante de la familia: un menor de 3 años, fruto de su actual relación sentimental en Cataluña (España).
Otra emigrante que retornó en medio de la alegría de familiares y tras regularizar su situación legal fue Leoncia Barros. “Vengo desde Alicante a los cuatro años. Allá me dedico de todo un poco. La verdad que aquí uno es mucho, pero allá uno es nada”, dijo la mujer, quien prevé retornar a su ritmo de vida en el Viejo Continente el 14 de enero del nuevo año.
Mientras, Marlene Feijoó se abrazó a las 21:05 con su mamá, quien trabaja en las Islas Canarias. Ella fue la última en dejar la sala. Omitió su nombre, solo quería retornar a Zaruma (El Oro) para ver al resto de los suyos y sentir la alegría del reencuentro.
“Vengo de Alicante (España) a los cuatro años. Allá me dedico de todo un poco. La verdad que aquí es uno mucho, pero allá uno es nada”
Leoncia Barros
Emigrante radicada en España
“Solo siento mucha emoción, no sé qué le voy a decir. Solo quisiera abrazarla (...). Ella se fue cuando tenía 9 años y mi hermanito 5”
Karen Villacrés Apolo
Hija de emigrante Nancy Apolo