Los “piercing”, tatuajes o la suspensión corporal con ganchos hipodérmicos son algunas de las liturgias de la Iglesia de la Modificación Corporal, una congregación con casi 2.000 fieles en EE.UU., pero amenazada por los escándalos económicos.

Nacida con el cambio de siglo de la mano de Steve Haworth en Phoenix (Arizona, EE.UU.), esta peculiar comunidad asegura en su doctrina que existe “espiritualidad” en el deseo de modificar el cuerpo humano.

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“Practicando las técnicas de manipulación y modificación corporal reforzamos los lazos entre mente, cuerpo y alma y conseguimos vivir nuestra espiritualidad como individuos completos”, se señala en su página web.

La Iglesia de la Modificación Corporal se declara aconfesional, por no discriminar a fieles de ninguna fe o religión, aunque sí advierte que algunas de sus prácticas pueden ser contrarias a determinadas creencias. Para apoyar legalmente a sus afiliados, la Iglesia de la Modificación Corporal organizó una campaña de recogida de fondos derivados de la venta de camisetas, sin que hasta el momento se haya aclarado a dónde ha ido a parar el dinero, que no llegó a los afectados.