Ovidio Rodríguez, quien es el conserje del colegio San José La Salle de Guayaquil desde hace 42 años, dice que se acuerda como si fuera hoy cómo Rafael Correa Delgado salía en carrera por la parte posterior del plantel.

Pierina, la hermana mayor de Correa, dice sin embargo, que también “era inquieto, molestoso, fregón, vacilón, eso hacía que su conducta no fuera la mejor y lo que le contrarrestó para llegar a una dignidad especial” como ser abanderado del colegio.

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Su madre, Norma Delgado, colaboraba con el colegio a pesar de que disponía de poco tiempo, ya que trabajaba para financiar el arriendo de la casa, la alimentación, el vestuario y los estudios de sus hijos. Ella era supervisora de un supermercado, pero como la situación económica era difícil debido, entre otras cosas, a su divorcio, complementaba el presupuesto familiar preparando almuerzos que vendía en el barrio.

Por sus buenas notas, Correa fue becado en el colegio. Y a pesar de ser inquieto, quienes lo conocieron dicen que Rafael Correa era casero: no salía a la tienda mientras no terminaba sus deberes. 

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Aseguran que de adolescente no era muy amante de las farras y cuando fue a alguna reunión no se quedaba hasta después de la medianoche.

Rafael Correa mantenía distancias. Unos cuantos amigos le decían Rafico, pero en su mayoría Rafael y en el colegio simplemente Correa.

El candidato de alianza País está casado con la belga Anne Malherbe, a quien conoció mientras cursaba un posgrado en la Universidad de Lovaina. Tiene tres hijos: Sofía (12), Anne Dominique (9) y Rafael Miguel (4).

Sus detractores sin embargo, lo han acusado de ser teórico y egocéntrico; y de haber hecho todo lo contrario de lo que pregonaba durante su breve paso por el Ministerio de Economía, en el gobierno de Alfredo Palacio.

Jéssica Escala, quien conoce al candidato  hace 30 años, lo describe: “Es un perfeccionista, muy exigente, a ratos impaciente, muy rápido para trabajar y para expresar sus ideas”.