Dirigentes africanos y donantes internacionales lanzaron este viernes un ambicioso plan para fomentar una "revolución verde" en la agricultura, basada en un aumento del uso de los fertilizantes, que podría ayudar a acabar con el hambre en el continente más pobre del mundo.
Un tercio de los subsaharianos se enfrentan a hambrunas recurrentes y a la desnutrición, y expertos creen que esto se debe en parte a que cada año las tierras cultivadas pierden más nutrientes de los que son reemplazados.
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La modernización de las técnicas agrícolas y un aumento del uso de los fertilizantes desató las "revoluciones verdes" en Asia y América Latina en los 50 y 60 que aumentaron notablemente los rendimientos de las cosechas y acabaron con las hambrunas en la mayoría de las regiones.
Pero en África, donde muchos agricultores no pueden permitirse comprar fertilizantes, el rendimiento de la tierra por persona ha caído en los últimos 40 años, y expertos advierten de que si la pérdida de nutrientes continúa, caerá un 30 por ciento más en los próximos 15 años.
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Para evitarlo, jefes de Estado y ministros africanos, grupos agrícolas, científicos y donantes extranjeros se reunieron en la capital nigeriana, Abuja, con el objetivo de identificar medidas concretas que ayuden a los agricultores africanos a lograr el acceso a los fertilizantes.
Entre ellas podrían estar la creación de redes rurales de minoristas, para reducir la distancia que tienen que recorren los agricultores y el desarrollo de nuevos planes de financiación que les ayude a comprar los productos.
También estudian aprobar subsidios para reducir el costo de los fertilizantes, programas para desarrollar la producción local y un mejor financiamiento de los importadores y distribuidores privados.
Amenaza al medio ambiente
Actualmente Africa paga hasta seis veces más del precio promedio mundial de los fertilizantes debido a una falta de producción local y a los altos costos del transporte, un problema que es especialmente agudo en los países sin acceso al mar.
Los agricultores africanos usan como promedio ocho kilos de fertilizante por hectárea, una quinta parte de la cantidad mínima que necesita la tierra para reemplazar los nutrientes, lo que supone la reducción progresiva en la producción y en la calidad de la tierra.
Esto unido al crecimiento de la población, acaba exacerbando las hambrunas y la desnutrición, pero también supone una importante amenaza para el medio ambiente, ya que acelera la desertificación y los agricultores acaban abandonando estas tierras, talando bosques o intentando cultivar las sabanas.
Varios estudios muestran que el 70 por ciento de la deforestación en Africa es obra de agricultores que buscan tierras para cultivar.
Frágiles ecosistemas como las llanuras del Serengeti, en el este de Africa, o las sabanas del Kalahari en el sur, se están convirtiendo en zonas de cultivo, amenazando a la vida salvaje.
Los expertos reconocen que los fertilizantes no son una panacea, ya que su uso excesivo o incorrecto puede también dañar el medio ambiente.