Al parecer un acuerdo entre las dos supuestas brujas y los dos indígenas plagiados cambió la figura de secuestro en la comunidad de Calhuasig.
Luz María Terán y su hija, menor de edad, que permanecen retenidas en una comuna indígena acusadas de brujería, cambiaron ayer su discurso ante la Fiscalía y desmintieron que hayan sido plagiadas.
Ante el agente fiscal Geovanny Vaca Hidalgo, que se trasladó hasta la comuna Calhuasig Chico, parroquia Quisapincha, en donde están las mujeres, Terán dijo: “Salimos a pasear para tomar aire del campo, llegamos por nuestra voluntad en una camioneta acompañadas por cinco hombres y una mujer”.
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Incluso agregó que tenían previsto retornar a Ambato ayer (martes), pero la fuerte lluvia que cayó en la zona impidió su salida.
En la reunión de ayer, que comenzó a las 12h50 en la plaza de Calhuasig Chico, ratificaron que no son maltratadas, que están bien atendidas con alimentos y que duermen en un cuarto, incluso con cobijas que les facilitaron los propios comuneros.
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Denuncia
Sobre la denuncia de plagio que hizo María Eugenia López Terán, hija de Luz María, esta dijo que ella no conocía que con su otra hija decidieron salir a pasear. “Estábamos aburridas y cansadas de hacer guaipe (paño para limpieza) además de lavar ropa”, mencionó la mujer.
Ante el agente fiscal, ella reconoció que los cinco cuadernos encontrados en su domicilio en la ciudadela Amazonas, de Ambato, donde constan nombres de personas, el supuesto mal y la cantidad que deben pagar para ser sacados del denominado libro negro, estaban en su poder por encargo de Lourdes de Camana, a quien la identificó como “la jefa” y que señaló la conoce por poco más de un año.
Desde ese tiempo, agregó, por necesidad en algunas ocasiones “leía el libro” para dar a conocer a las personas que se lo pedían si estaban o no en la lista, por este trabajo cobraba entre $ 20 a $ 30.
Ellas aseguran que un hombre que vende velas junto a la iglesia de la Medalla Milagrosa y a quien solo identifican por el apodo de Chuqui, es el intermediario para captar a los clientes.
Él cobra desde 100 dólares, ella por el traslado a veces recibía 20 dólares, dijo.
Ayudar a identificar
Terán se mostró dispuesta a dar toda la información de la manera de operar e identificar a quienes hacen el trabajo de brujería, aunque teme que la jefa ya no esté en Ambato, porque tiene mucho dinero.
“Pido perdón por el error que he cometido, aunque sea que me den un fuetacito y tengan por seguro que nunca más voy a trabajar en esto, sobre todo para guardar los cuadernos. Nada conozco de San Gonzalo, misas negras, pisadas de muerto o de prendas”, señala al afirmar que lo único que ha hecho es limpias con yerbas naturales por las que cobraba 2 dólares.