La Selección ecuatoriana cierra hoy su fase preparatoria, lo cual también vale para el equipo de periodistas, técnicos, narradores y comentaristas que transmitirán el Mundial de Alemania. Vale la pena una evaluación previa. El miércoles fue el juego con Colombia en EE. UU. Vito Muñoz estuvo en el estadio con una cámara y enfrentó problemas técnicos. El partir la pantalla en “multidestino” y “cámara exclusiva” se ha vuelto un lugar común.

La unión entre TV y deportes, o para ser más precisos entre TV y fútbol,  es mucho más que un lugar común. Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, COI, señaló en una de las últimas convenciones de Sportel que “3.900 millones de personas han tenido acceso a la cobertura de los Juegos de Atenas”,  y explicó que la audiencia era “la prioridad absoluta” para el COI, ya que se trata de “llegar al mayor número de gente posible”.

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La otra gran multinacional deportiva, la FIFA,  difunde la siguiente información: “Un total de 41.100 horas de programas de televisión acompañaron a la Copa Mundial de la FIFA Corea/Japón 2002, filmadas por 260 cámaras controladas desde 10 estudios de producción móviles. La Copa Mundial de la FIFA 2002 tuvo una audiencia total acumulada de 30.000 millones de espectadores”.

Las cifras son abrumadoras. La audiencia acumulada del Mundial de Fútbol equivale a casi cinco veces la población de todo el planeta (6.500 millones). La de los Juegos Olímpicos es de algo más de la mitad. Solo la final de la Copa Mundial de Corea y Japón fue seguida por uno de cada seis seres humanos, mil millones en total.

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La relación con la televisión ha cambiado radicalmente al deporte. Actualmente si un deporte no es televisable, prácticamente no existe. En un artículo de la revista especializada “TV y Video”, se enumeran algunos de los cambios experimentados por distintos deportes para hacerlos más atractivos a la pequeña pantalla: “Los kimonos de los judokas ahora son de colores, los sets en tenis ya no son eternos sino que se recurre al tie-break, las pelotas amarillas en tenis, la organización del pentatlón en una sola jornada de los olímpicos... y muchas innovaciones más han sido inducidas por la televisión, con criterio de espectáculo, en beneficio de los telespectadores”.

En el fútbol se puede citar la renovación visual de uniformes y balones para cada cita mundialista, la construcción de atractivos estadios, las gramas y sus diseños, los colores en los antes fúnebres trajes arbitrales, etcétera.

Pero la transformación no es en una sola vía. En la TV se han redefinido las transmisiones deportivas con una gran cantidad de innovaciones de forma, fondo y un rápido desarrollo tecnológico. ¿Qué tanto de esa renovación se puede ver en la TV ecuatoriana? Tratemos de hacer una primera evaluación antes de Alemania, con lo que se pudo ver en los últimos partidos de preparación.

Hay dos momentos en las transmisiones. El primero es todo lo que es producción propia,  incluyendo el registro del ambiente, la información previa, los entretiempos, los comentarios y las notas tras la finalización del partido. El segundo incluye todas las imágenes e informaciones generadas por las productoras internacionales.

Con el impresionante despliegue de recursos televisivos que se anuncia para Alemania 2006, esta segunda parte está garantizada. ¿Qué sucede con el resto?

En el juego de Ecuador vs. Colombia que se realizó en Nueva Jersey estuvo un equipo de ‘La Tri’ en el estadio y se hizo lo que se suele hacer en cada transmisión: dividir la pantalla en las señales “multidestino” (la transmisión internacional) y la “cámara exclusiva”. Lo que en algún momento fue una innovación inspirada en Fox Sports, ahora es un recurso desgastado.

La “previa” de Vito Muñoz en el estadio incluyó una serie de trucos igualmente poco originales: los cartelitos de saludo a la cadena de TV que aparecieron “espontáneamente” en los graderíos, las entrevistas a los fanáticos para que repitan consignas… Es el mismo concepto de la “humilde cámara” de Roberto Bonafont, igualmente provinciana, solo que con otro conductor.

Se ha dicho que el mayor contrasentido es que las transmisiones de fútbol por la TV ecuatoriana no son muy televisivas.  Las narraciones, marcadas a fuego por la tradición radial, son la mejor muestra. Aunque Alfonso Laso Ayala es uno de los mejores profesionales de una nueva generación de periodistas deportivos, su relato está marcado por la escuela radiofónica.

El peso de la historia es demasiado.  Cuando el fútbol llegó a la TV ecuatoriana, a principios de los años ochenta, hubo un pequeño lapso de tiempo en que los narradores trataron de seguir una escuela europea de relato, más sobria, pero también más fría.

Hasta que se descubrió que ese televidente que había crecido con el receptor de radio en las orejas solía bajar el audio de su aparato de TV para seguir con lo anterior. La audiencia buscaba una narración más emotiva. La solución no fue buscar un equilibrio entre información visual, verbal y emotividad, sino trasladar lo radial a la pantalla.

El problema es que las actuales transmisiones han perdido impacto por la duplicación de dos tipos de información con la complicación adicional de que lo verbal y lo visual casi nunca están sincronizados y muchas veces se contradicen. Así, el narrador puede señalar que hay una falta de un defensor y verse muy claramente que la entrada fuerte es del delantero. O relatar que la pelota se disputa en el centro del campo, cuando ya está en alguna de las puntas lista para ser enviada en un centro.