La "pequeña Colombia", como se conoce a Jackson Heights, una populosa sección hispana del barrio neoyorquino de Queens, presentaba este lunes un seguimiento desigual del "Día sin inmigrantes" que se prestó a diferentes interpretaciones de vecinos y trabajadores.
  
"Estamos cerrados hoy porque queremos apoyar a nuestros agradables vecinos", decía un cartel bilingüe del supermercado America s Stores, mientras la panadería Mira Cali optaba por una solución de compromiso: "Por reparación no abrimos el 1 de mayo".
  
Ambos comercios se encuentrán en la Avenida Roosevelt, la arteria principal de este barrio que sirvió de escenario a la película "María llena eres de gracia" y en el que dos tercios de sus habitantes son de origen extranjero, la mayoría hispanos, según el censo de 2000.
  
La "Farmacía Latina", propiedad de Don Jorge, como se conoce familiarmente a Jorge Cubillos, un anciano de origen asturiano (norte de España), sí abrió sus puertas porque "el enfermo no tiene más remedio que ser atendido", explicó.
  
"Las farmacias son diferentes a los demás negocios", dijo Cubillos, considerando que los que no irán a trabajar "tienen buenos motivos, motivos muy humanos" y observando que "el barrio está más tranquilo este lunes".
  
Sin embargo, el cierre no era unánime, y aunque todos los consultados admitieron que las calles estaban menos llenas, otros negocios que atienden a clientes con necesidades menos apremiantes estaban abiertos, como las bodegas y alguna que otra cafetería.
  
En un pequeño puesto de especialidades latinas, una empleada que no quiso ser identificada se quejaba de que "donde manda patrón no manda marinero" y que  la habían obligado a trabajar.
  
Luis, un ecuatoriano que lleva 25 años en Nueva York y que conduce un autobús escolar, se mostró en contra del paro, responsabilizando del mismo a "los mexicanos" y criticó que la gente "con papeles falsos" se arrogue el derecho a hacer huelga.
  
El conductor consideró que el paro no había tenido éxito: "De los diez niños que transporto sólo faltó uno, y en mi barrio, el Bronx, todo estaba abierto".
  
Un compatriota suyo, Carlos Fabián, vecino de Jackson Heights, dijo que no iba a trabajar y que espera que la protesta sirva para "que Dios o el señor presidente de Estados Unidos", George W. Bush, los ayuden.
  
Fabián no temía que el paro se vuelva contra sus organizadores y participantes: los estadounidenses "son como nosotros, trabajan duro y tienen una familia que mantener".
  
Los grupos hispanos, con el tímido apoyo de las comunidades asiáticas y negras, se preparaban para una nueva jornada de protestas esperando que el país viva un día "sin inmigrantes" y se sienta su "presencia con la ausencia".
  
Buscando presionar nuevamente al Congreso estadounidense para que normalice  la situación de unos 12 millones de indocumentados, una influyente red de  organizaciones hispanas espera superar en número la convocatoria del 10 de  abril, cuando cientos de miles de personas marcharon en todo el país pidiendo  una "reforma migratoria justa que no los criminalice".
  
En Nueva York, las organizaciones convocaron a una manifestación que  empezará a las 16h00 (20h00 GMT) en Union Square y acabará en el Bajo  Manhattan.
  
Antes, un poco después de mediodía, y en varios puntos de la ciudad, los  inmigrantes pararán durante 20 minutos para realizar cadenas humanas.