Creer en señales
El guerrero de la luz sabe de la importancia de su intuición.
En medio de la batalla, no tiene tiempo para pensar en los golpes del enemigo, así que se guía por su instinto, y obedece a su ángel. En tiempos de paz, descifra las señales que Dios le envía.
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La gente dice: “está loco.”
O: “vive en un mundo de fantasía”.
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O aún más: “¿cómo puede confiar en cosas que no tienen lógica?”
Pero el guerrero sabe que la intuición es el abecedario de Dios, y sigue escuchando el viento y hablando con las estrellas.
Creer en el amor
Para el guerrero, no existe amor imposible. No se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia, o por el rechazo. Sabe que detrás de la máscara de hielo que se pone la gente, existe un corazón de fuego.
Por eso el guerrero arriesga más que los demás. Busca sin cesar el amor de alguien, aunque ello signifique tener que oír muchas veces la palabra “no,” volver a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.
Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, no es nada.
Creer en la negociación
Un guerrero de la luz no siempre puede escoger su campo de batalla. A veces se ve metido inesperadamente en combates que no deseaba; pero de nada sirve huir, pues estos combates lo seguirán.
Entonces, en el momento en que el conflicto es casi inevitable, el guerrero habla con su adversario. Sin mostrar miedo ni cobardía, procura averiguar por qué el otro busca la lucha; qué le llevó a salir de su aldea y buscarlo para retarlo a un duelo. Sin desenvainar la espada, el guerrero lo convence de que aquel no es su combate.
Un guerrero de la luz escucha lo que su adversario tiene que decirle. Y solo lucha si es necesario.
Pero, si no le queda elección, no piensa en la victoria ni en la derrota: lleva el combate hasta el final.
Creer en la perseverancia
El guerrero de la luz nunca olvida el viejo dicho: el buen becerro no berrea.
Suceden injusticias. También el guerrero de repente se ve envuelto en situaciones que no había buscado, en momentos en que no está en condiciones de defenderse.
En esos momentos, el guerrero se queda en silencio. No gasta energía en palabras, pues ellas nada pueden hacer. Es mejor emplear las fuerzas en resistir, tener paciencia, y saber que Alguien está mirando. Alguien que vio el injusto sufrimiento y no está de acuerdo con esto.
Este Alguien da al guerrero lo que este más necesita: tiempo. Tarde o temprano, todo volverá a estar a su favor.
Un guerrero de la luz es sabio: no comenta sus derrotas.
Creer en la Leyenda Personal
Un guerrero de la luz asume por completo su Leyenda Personal, la razón de su vida. Sus compañeros observan: “¡su fe es admirable!”
El guerrero se siente orgulloso en algunos momentos, y luego, en otros, se avergüenza de lo que oyó, pues no tiene la fe que suele aparentar.
En este momento su ángel le susurra: “no eres más que un instrumento de la luz. No hay razón para vanagloriarse ni para sentirse culpable; tan solo hay razón para cumplir tu destino”.
Estas palabras hacen que el guerrero de la luz, consciente de que es un instrumento, se sienta más tranquilo y seguro.