El 20 de abril del 2006 se celebra un centenario de aquel glorioso milagro, cuando la virgen de los Dolores, hoy conocida como la Dolorosa del Colegio, abrió y cerró sus ojos por varios minutos delante de un grupo de alumnos del colegio San Gabriel de Quito, un jueves por la noche, allá en 1906.
Eran tiempos difíciles para el país y en particular para la educación católica. El hecho hizo remover conciencias y despertar la fe a nivel nacional. Bastó su tierna mirada para entender que estamos bajo su protección.
Podemos interpretar de muchas maneras el mensaje del milagro. Hoy, la Dolorosa nos invita nuevamente a observarla como Madre de Dios y nuestra, nos recuerda que su dolor también es de nosotros, que su calvario fue de un altísimo precio que no debemos despreciar por ningún concepto.
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Ella es patrona de la educación católica y de muchas instituciones, su imagen es venerada en todas las obras de la Compañía de Jesús del Ecuador.
La Dolorosa tiene un significado especial para quienes pasamos por sus aulas, me refiero al colegio Veinte de Abril de Guayaquil, te llega al corazón, te marca para siempre, te compromete con su Hijo.
Nunca me cansaré de repetir lo siguiente: los males de nuestra nación se curarán cuando caminemos el sendero de Jesús. ¿Utopía? Quizás. Lo cierto es que han pasado más de dos mil años y seguimos hablando de Él y la mirada de la Dolorosa nos lo repite a cada momento.
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Julio César Navas Pazmiño
Guayaquil