Con más de 50 años de carrera y 76 de edad, el percusionista neoyorquino de origen puertorriqueño Ray Barretto falleció la mañana de ayer por múltiples complicaciones de salud en el Hospital de la Universidad de Hackensack, Nueva Jersey (Estados Unidos). Su muerte enluta el mundo del jazz y de la salsa, géneros que practicó con igual talento.
Como salsero, será recordado por sus cuatro años en la orquesta de Tito Puente, donde sustituyó a Mongo Santamaría, y, sobre todo, por integrar aquel legendario plantel del sello Fania junto al propio Puente y Celia Cruz, Rubén Blades, Eddie Palmieri, Willie Colón o Cheo Feliciano, entre otros. Entre 1968 y 1975, Barretto grabó nueve discos para Fania.
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En cuanto al jazz –que descubrió en los clubes de Alemania durante el servicio militar– fue uno de los primeros latinos en grabar con gente de la talla de Sonny Stitt, Lou Donaldson, Red Garland, Cannonball Adderley, Freddie Hubbard, Cal Tjader, Dizzy Gillespie y Art Blakey.
La intensa relación que el jazz y la música latina han mantenido a lo largo del tiempo gracias a personajes como Barretto pudo empezar por razones de cercanía geográfica.
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Aunque Barretto nació en Brooklyn –el 29 de abril de 1929 de padres puertorriqueños–, creció unas millas más allá, en el sur del Bronx y en Harlem.
Se trata de dos barrios separados por un pequeño río que entonces eran focos importantísimos para los dos géneros.
En un fin de semana cualquiera, y recorriendo unas pocas estaciones de metro, se podía ver a las orquestas de Duke Ellington, Count Basie, Tito Puente y Vicentico Valdés.
El propio Barretto sirvió de telonero con un grupo de amigos latinos a Charlie Parker en un concierto en Nueva York.
Cuando Parker llegó y oyó a los chicos, le pidió que se quedase a acompañar a su quinteto, momento que Barretto describió como “ser tocado por la mano de Dios”.
Estados Unidos lo distinguió en enero del 2006 con el mayor honor reservado a un músico de este género, el título de Maestro del Jazz, siendo la primera vez que recaía en un artista especializado en las congas.
Barreto se convertía de este modo en el segundo hispano en recibir este reconocimiento después del saxofonista cubano Paquito D’Rivera.
Como solista será recordado sobre todo por sus álbumes para Fania Que viva la música, Indestructible, Ricanstruction o Barretto, probablemente su disco más vendido–, y sobre todo por la melodía El Watusi.
Dos años después de formar su banda como líder, concretamente en 1963, Barretto publicó este tema pegadizo sobre “un mulato que mide siete pies” y es “el hombre más guapo de La Habana” que popularizó el boogaloo, un estilo que mezclaba soul y ritmos latinos.