Cuando el director checoslovaco Milos Forman dramatizó la vida de Wolfgang Amadeus Mozart en una adaptación de la obra teatral de Peter Schaffer, el resultado fue un gran éxito mundial que mereció ocho premios Oscar en 1984, incluyendo el de la mejor película.
Forman miraba la vida del gran genio de la música con su particular estilo irreverente, repleto de toques humorísticos que casi nada tenían que ver con la realidad, pero que iluminaban perfectamente una época –el siglo XVIII– para los ojos de una generación que muy poco conocía del genial compositor.
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Esta noche a las 19h00 Amadeus se exhibirá gratis y al aire libre en el Cine del Puente, la gran pantalla sobre la marquesina del MAAC Cine en el Malecón, como parte del festival mozartiano organizado por Alta Cultura.
Es una visión alternativa realmente insuperable, especialmente porque la copia a exhibirse en videodigital es la versión restaurada por el director hace dos años, cuando incorporó a la edición original más de 20 minutos de secuencias no vistas.
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Ahora Amadeus dura tres horas y esto podría haber resultado comercialmente negativo para su exhibición inicial hace más de veinte años.
Forman realiza un acto de magia cinematográfica: Amadeus nunca es un musical pero la música es aquí la protagonista, acentuando muy creativamente aspectos que descubrimos de la personalidad del protagonista (Tom Hulce), en una caracterización que parece salida de un vodevil, porque así es muchas veces el estilo visual del filme.
Pero ojo, frente a lo que parece una comedia en la introducción del personaje central, está la inolvidable contraparte: el fantasmagórico Antonio Salieri (F. Murray Abraham), compositor que ve su fama enturbiarse cuando el jovial genio de Salzburgo irrumpe en la escena vienesa, e inicia una virulenta intriga para eliminarlo del panorama artístico.
A pesar de su duración, el filme no tiene un momento aburrido y las fascinantes recreaciones de las óperas nos ilustran agudas reflexiones sobre las incongruencias sociales de la corte del emperador Joseph II, cuando la vida de un artista dependía de los vaivenes personales de la nobleza. Décadas después de su estreno, Amadeus sigue siendo una experiencia cinematográfica fascinante.