El libro lo editó el Consejo Nacional de las Mujeres (Conamu), como parte de la serie Biografías de mujeres ecuatorianas.
Nela Martínez Espinosa murió sin ver su autobiografía publicada. El trabajo empezó en 1997 y, hasta el 2004, año de su fallecimiento, la obra no salía a la luz, pero eso no le preocupaba.
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Su principal afán era que el texto, una vez publicado, sea asequible a todas las mujeres, en especial a las de los sectores populares. Así se lo dijo a la historiadora Ximena Costales, quien la entrevistó durante siete meses para configurar una biografía autorizada, contada desde la voz de la protagonista.
Fueron entrevistas realizadas en su casa, en la que siempre recibió a la historiadora con su mejor ánimo, varias golosinas y algunas confidencias. Los testimonios que Nela Martínez le dio a Costales fueron editados recientemente por el Consejo Nacional de las Mujeres (Conamu), como parte de la serie Biografías de mujeres ecuatorianas, con el título Yo siempre he sido Nela Martínez Espinosa.
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Martínez es considerada la pionera de los movimientos de mujeres en el país, y una pieza clave para el desarrollo del Partido Comunista.
En un tono cálido, ella cuenta su vida partiendo desde los recuerdos de su niñez, en la hacienda de Coyoctor, en Cañar, donde nació en el año 1912, dentro de una familia conservadora. Desde muy joven, dio muestras de que el camino que tomaría sería distinto al que dictaban los esquemas imperantes en la época.
Además de sus testimonios, los documentos que guardó su segundo esposo, Raymond Meriguet, ayudaron para estructurar la biografía. En el archivo que había permanecido cerrado desde la muerte de Meriguet -en la década de los ochenta-, Ximena Costales encontró incluso las cartas de amor entre Nela y su primer esposo, el escritor Joaquín Gallegos Lara, integrante del emblemático Grupo de Guayaquil, con quien contrajo matrimonio a pesar de la oposición de su familia.
También existen documentos e imágenes que testimonian la militancia de Martínez en el Partido Comunista y su trabajo junto con la líder indígena Dolores Cacuango.
En 1938, Martínez creó junto a otras agitadoras sociales la Alianza Femenina Ecuatoriana, la primera organización de mujeres en el país; y en 1962, la Unión Revolucionaria de Mujeres del Ecuador.
Costales considera que es difícil encontrar una persona que tenga plena conciencia política sobre la historia del siglo XX, como Nela Martínez.
Hasta el final, sus preocupaciones fueron políticas, y expresaba su incertidumbre por los efectos de la globalización. Los últimos años de su vida son retratados a través de sus escritos, en los que hace reflexiones sobre sus vivencias y la soledad.
Los momentos previos a su muerte -en julio del 2004- llegan al lector a través de su hija, Nela Meriguet, quien la acompañó durante su hospitalización en La Habana, donde luchaba contra una enfermedad que afectó a sus músculos y su motricidad.
Su corazón quedó enterrado en Cuba, sus cenizas volvieron a Ecuador, y una parte de sus recuerdos quedaron en su autobiografía, de la que ella esperaba que fuera un estímulo para las mujeres de este tiempo.