El 20 de abril pasado fue la fecha más cercana para sepultar a la clase política, ahí pudimos darnos cuenta de que hasta líderes políticos que manejaban a sus diputados habían callado su boca, no aparecieron por ningún lado, más bien se escondieron para mirar el toro de lejos; otros políticos y diputados que salieron en la revuelta, fueron linchados por la tunda de manifestantes que no respetaba ni rango ni jerarquía; aquí nos faltó contundencia para la estocada final.

Un ciudadano que decía que iba a refundar la república, no hizo otra cosa que refundar los compromisos políticos a favor de la misma clase que lo apoyaba; si no hubiese sido así, el Dr. Palacio, desde ese mismo instante tendría que haber convocado urgentemente a una Asamblea Nacional Constituyente.

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Ahora que han pasado ocho meses desde la revuelta, se da cuenta del error y quiere volver a la carga, pero se encuentra huérfano de todo apoyo, ya la clase política tradicional le ganó otra batalla y le va a ganar la guerra porque con más fuerza le ha crecido los tentáculos, en especial a dos partidos políticos que desde el Congreso Nacional dicen tener la fuerza electoral más grande, uno en la Sierra y otro en la Costa y son los que manejan a diestra y siniestra los destinos del país y hacen que todo se vuelva ingobernable.

Hoy más que nunca los ecuatorianos con fe cívica debemos unirnos organizadamente y enfrentar y derrotar de una vez por todas al sistema imperante identificado en la clase política tradicional que por 175 años de vida republicana, le ha hecho tanto daño al Ecuador.

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Econ. Ab. Leonardo Arias de la Cruz
Guayaquil