Los iraquíes votarán el 15 de diciembre, por tercera vez en un año, para elegir a pesar de un clima de gran violencia un Parlamento permanente cuya misión principal será restablecer la soberanía total del país.
  
Estos comicios son la última etapa del esquema de transición política elaborado para el país después de la caída del régimen dictatorial de Saddam Hussein, en abril de 2003, menos de un mes después de que Irak fuera invadido por una coalición dirigida por Estados Unidos.
  
Con estas elecciones legislativas el país comenzará una legislatura de cuatro años, "lo que dará al próximo gobierno tiempo suficiente para aplicar su programa", destacó en un folleto una organización no gubernamental iraquí, la Alianza Civil para las Elecciones Libres.
  
El primer paso de este programa fue la elección, el 30 de enero, de un  Parlamento provisional en un clima de violencia marcado por atentados suicidas  que dejaron más de 30 muertos, según un balance oficial.
  
Los árabes sunitas boicotearon esas elecciones, luego de perder el poder con la caída del régimen de Saddam Hussein y ante su rechazo a aceptar el nuevo  sistema político dominado por los chiítas, mayoritarios, y los kurdos.
  
El Parlamento electo de 275 miembros, en el cual los sunitas tienen apenas unas 20 bancas, cumplió con su principal tarea, que consistía en redactar una Constitución permanente para el país.
  
La elaboración de dicho texto permitió paradojalmente reintegrar a los árabes sunitas a la vida política. Representantes de esta comunidad, que no forman parte del Parlamento, fueron invitados a participar en la redacción de la nueva Constitución.
  
Los árabes sunitas, que no lograron imponer su oposición al federalismo,  obtuvieron la posibilidad de hacer revisar el texto después de las elecciones del 15 de diciembre.
  
Los sunitas votaron en masa en sus provincias en el referéndum constitucional del 15 de octubre, con la intención de bloquear el texto. "Lo más importante es la participación de los hermanos árabes sunitas en el proceso  político", comentó en ese momento el primer ministro chiíta Ibrahim Jaafari.
  
Estados Unidos consideró que se trataba de un éxito, y las autoridades  norteamericanas esperan que dicha participación aleje de la violencia a los árabes sunitas, los principales miembros de la rebelión.
  
Los árabes sunitas señalaron que piensan votar el 15 de diciembre con la  esperanza de conquistar suficientes bancas en el próximo Parlamento para tener  influencia en la enmienda de la actual Constitución, que consideran un instrumento de partición del país.
  
Sin embargo, su participación no hizo disminuir la violencia, que continúa en plena escalada. Durante el referéndum de octubre, severas medidas de seguridad impidieron que se llevasen a cabo ataques espectaculares.
  
Los elementos radicales insurgentes y los grupos armados vinculados al terrorismo internacional siguen siendo activos en este período electoral, caracterizado por nuevos secuestros de occidentales y atentados a gran escala, el último de los cuales dejó 30 muertos civiles el 8 de diciembre en Bagdad.