La maestría del español Enrique Ponce y la entrega del ecuatoriano Mariano Cruz Ordóñez justificó la presencia de las 15.000 personas que coparon en el 90% las tribunas del coso de Iñaquito, en la cuarta jornada de la Feria de Quito Jesús del Gran Poder 2005 que se cumplió ayer.

Ponce entregó un caudal de arte, finura, plasticidad: cada movimiento suyo sobre la arena fue una auténtica pincelada que iba dibujando una faena de inolvidables verónicas, derechazos, forzados de pecho y un cierre con tres péndulos de ensueño que generaron la apoteosis de los aficionados en los tendidos.

La lidia de sus dos toros fue una cátedra de toreo fino y transcurrió con una empatía total entre el torero y el público, mientras los astados eran objeto de un juego vistoso. La pena fue que a la hora de matar al primero, Ponce no pudo hacerlo sino luego de tres pinchazos, lo que impidió que Ponce llevase las dos orejas y el rabo que ampliamente se había ganado.

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En su segundo toro, el valenciano, apeló no únicamente a su maestría para construir obras de arte con el capote y la muleta, sino también a sus más de quince años de rica experiencia para despachar con una estocada que si bien no fue completa fue suficiente para terminar con su existencia. La ovación al final de esta faena fue cerrada. La parroquia pedía dos orejas, la autoridad solo concedió una, pero tuvo que soportar una sonora silbatina del respetable.

En su primera salida, el riobambeño Mariano Cruz Ordóñez mostró enormes cualidades para enfrentarse a un toro difícil, sacarle juego de lo que el animal no tenía y luego de una faena de enorme interés, por su voluntad, valentía y deseos por agradar a los presentes, se acreditó merecidamente una oreja.

Lo triste de la jornada fue la actuación del español José Antonio Morante Camacho Morante de la Puebla en sus dos toros. En el primero, no tuvo coraje para enfrentar a un animal difícil y tras un movimiento de cierto peligro que hizo el astado sin mayor trámite lo mató, causando el enojo del público.

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En el segundo, la situación fue parecida, pero con la diferencia que no acertó con la espada, lo que generó la bronca en las tribunas. Pocas veces se había registrado una rechifla tan fuerte y un reclamo curioso: una parte de los aficionados se puso de pie y le dio la espalda al matador. Un sector del público, incluso, pedía que lo lleven preso, situación que no sucedió, pero que empañó la fiesta.

Hoy en la quinta jornada de la feria taurina se realizará una novillada, en la que intervendrán José María Lázaro, Álvaro Samper y el rejoneador Andy Cartagena, con seis ejemplares de Santa Rosa.