Goldie Hawn  no es tan rubia como luce, asegura nada menos que Woody Allen. Es interesante, afirma el cineasta, quien trabajó con ella en Everyone Says I Love You.

“Quienes representan a las rubias tontas y bobas, como Goldie o Judy Holliday, son realmente brillantes. Eso es lo que las hace tan buenas. Así es como ellas son capaces de crear ese papel y por eso la gente les responde tanto”, dice Allen. Hoy la reina de las comedias de Hollywood cumple 60 años. En su reciente autobiografía, la actriz describe su niñez en los suburbios. Entonces se sentía como el patito feo y soñaba con convertirse en una gran bailarina.

Con solo 3 años se subió por primera vez al escenario para bailar. A los 12 hizo su primera presentación en el festejo de Bar Mitzvá de un amigo. Tras dar los primeros pasos se cayó. No una sino dos veces, pero luego bailó brillantemente. “Ahí supe que probablemente lo lograría”.

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Tras varios años como bailarina en Nueva York y Las Vegas, la etapa más infeliz de su vida, se ganó un papel en una  comedia televisiva. En 1969, con su primer rol secundario en el filme Cactus Flower, junto a Walter Matthau e Ingrid Bergman, se ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria.

Shampoo (1975), con Warren Beatty, y Foul Play (1978) la establecieron en el mundo del espectáculo como una estrella de la comedia.

Goldie Hawn convive con el actor de Hollywood, Kurt Russell, de 54 años, pero sin haber pasado por el Registro Civil. En el tema divorcio es una mujer con experiencia. La separación de su primer esposo, Gus Trikonis, le costó 75.000 dólares. El divorcio con Bill Hudson, cinco años después, hasta una casa de dos millones de dólares en Malibú.

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Practica el budismo.  Entretanto convertida en abuela, toma relajada su sexagésimo cumpleaños. “A medida que pasan los años disfruto la vida de forma intensa”, asegura Goldie, quien está decidida a no exagerar con las cirugías plásticas.