Dracofilia es el título del  libro  que, con  el auspicio del Colegio Politécnico, la escritora Solange Rodríguez Pappe presenta hoy, a las  19h00, en el Centro Cultural Ecuatoriano Alemán (Francisco Boloña 719 y   Plaza Dañín).  

Pregunta: ¿Cuál es la definición que usted tiene para la literatura que hace?
Respuesta: Como producto de las investigaciones para mi tesis de licenciatura en literatura, que trata sobre el microrrelato en el Ecuador, he debido también hacer investigaciones de los productos contemporáneos en Latinoamérica  y me he dado cuenta de que Ecuador aún no ingresa a la postmodernidad literaria como lo ha hecho México, Colombia o Chile, por ejemplo.

Ecuador sigue insertado en el realismo urbano o en el realismo social. Dracofilia es una propuesta lúdica cuya escritura disfruté muchísimo porque creo que como dijo Cortázar: ‘el secreto para escribir algo bueno es sentir que te estás divirtiendo’, que intenta compendiar los rasgos irónicos,  juguetones, desenfadados, breves de lo posmoderno sin que por ello deje de ser una literatura que deba ser tomada en serio.

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P: Afán lúdico y experimental  más que conflicto. ¿Cuánta importancia le da al planteamiento de la historia y cuánta al aspecto formal?
R: Eso depende de cómo entendamos el conflicto, muchas veces, el conflicto lo debe inferir el receptor porque mi literatura involucra mucho la participación de los lectores para darle sentido completo al texto. Por ejemplo, el relato Los hombres me quitan el sueño tiene dos finales y el lector debe elegir el que más le guste. El conflicto y la estructura tradicional desaparecen en juegos como Irreversible despedida La. que está escrito al revés. Obviamente el cómo se cuente la historia es lo más importante, así que en el caso de Dracofilia hay muchas experimentaciones estructurales.

P: Hay referencias o dedicatorias  a Ana María Shúa, Cortázar,  Juan José Arreola. ¿Qué significan para usted estos autores?
R: Son mis influencias. Dos de los cuentos están dedicados a  Shúa, una  extraordinaria microcuentista argentina; uno de ellos, el más breve, a Arreola, maestro de la palabra precisa y de la prosa poética en México; Cortázar es el juguetón más grande del mundo.  Es un libro que tiene muchos guiños. Unos son homenajes, otros son coqueteos con el lector para que ingrese al texto a jugar con los dragones cuerpo a cuerpo.