En la reciente Cumbre de las Américas la agenda mediática la impuso Maradona y la aprovechó Hugo Chávez. Por eso, hasta el presidente de México, Vicente Fox, atribuyó las manifestaciones en las calles a los deseos “de un ex futbolista por aparecer en los medios de comunicación”.

Buena descripción, pero errada interpretación del Mandatario. Las cosas son al revés: por primera vez los movimientos antiglobalización y antiestadounidenses cuentan con una figura mediática entre sus filas. Y ese hecho cambia las reglas del juego.

Porque Maradona no necesita la atención de las cámaras. Ya la tiene y él lo sabe hasta el punto de darse lujos inauditos. Entrevistar por cinco horas a Fidel Castro (bueno, si al diálogo de un fan con su ídolo se lo puede llamar entrevista); y si considera que no tiene un invitado a la altura: ¡Entrevistarse a sí mismo!

Publicidad

Esa fue la sorprendente pieza melodramática que montó en la décima emisión de ‘La noche del 10’ transmitida este domingo por Gamavisión.

En un lado de la mesa de diálogo un Diego con barba de tres días y vestimenta deportiva. En el otro extremo, el  Diego entrevistador impecablemente maquillado y más formal. El tema de este diálogo en el espejo fue la adicción a las drogas y la vida familiar de los diegos. En algunos momentos se le quebró la voz al entrevistador-entrevistado y en otros, los dos buscaron la autocomplicidad esquizofrénica: “¿Cuál fue la última vez que te drogaste? / Anda, Diego, ¡si nos drogamos juntos!”. Maradona adora las cámaras y las cámaras lo adoran a él.

En la crisis, pseudo-periodismo
Y vinieron los regalos. La colección en DVD de ‘El chavo del Ocho’ para el Diego mal afeitado. La gorra del Comandante Castro para el Diego maquillado. Las masas con un nudo en la garganta. Luego de esto, Maradona se puede permitir todo mediáticamente: las cinco horas con Castro y encabezar las manifestaciones anti-Bush, por supuesto… La oportunidad era única, al punto que las manifestaciones fueron portadas en una prensa estadounidense que no suele dedicar mayores espacios a Latinoamérica.

Publicidad

Pero lo de Maradona solo es posible en el filo de una enorme crisis general del “establishment”. Encerrados en nuestro provincialismo, no vemos que la crisis de las instituciones en el Ecuador cabe dentro de una crisis que cubre la mayor parte de la región y se extiende en otros territorios del planeta. En esa situación, el sistema político y el periodismo están –lamentablemente– entrelazados. En el caso ecuatoriano, las cifras que daba Santiago Nieto de Informe Confidencial en Teleamazonas eran graves: los medios de comunicación tienen una imagen negativa de menos cinco.

Allí es donde el pseudo-periodismo maradoniano gana sus espacios. Porque, contradictoriamente, el otro lado está entretenido en la reconversión del periodismo en un show televisivo más.