Millones de personas visitaron los cementerios de Latinoamérica. Cada país, con sus rituales y costumbres, trató de estar más cerca de sus difuntos. Las serenatas y la comida al pie de las tumbas fueron parte de las tradiciones que se destacaron ayer.

El Día de Todos los Santos, víspera del Día de Difuntos, fue aprovechado por millares de peruanos para visitar las tumbas de sus seres queridos. En el cementerio Nueva Esperanza, en las inmediaciones de Lima, la pista de acceso al camposanto estuvo colmada de automotores durante toda la jornada.

Las serenatas junto a las tumbas fueron otros hechos que hubo ayer en Perú. “Venimos todos los años a ganarnos unas monedas por tocar a los muertos”, dijo Juan Ramón Pumacahua, director de uno de esos grupos.

Publicidad

Las ‘calacas’ o esqueletos invadieron México un año más en el Día de los Muertos en homenaje a la novela Pedro Páramo, del escritor Juan Rulfo. En un espacio de 2.000 m², estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma mexicana construyeron una reproducción de Comala, pueblo al que llegó Pedro Páramo a buscar al padre que nunca conoció, según la obra.

En pleno corazón de México, en la plaza central del Zócalo, dos monumentales calaveras de más de 10 metros de altura fueron la atracción principal de una ofrenda que mantiene viva esta celebración de muertos que se remonta a los tiempos prehispánicos y se entremezcla con la tradición  judeo-cristiana.

En Bolivia es tradición que los familiares lleven a la tumba la comida y las bebidas que le gustaban al difunto. El propósito es merendar en el camposanto.

Publicidad

Fieles a la antigua tradición española del siglo XVII, los familiares prepararon la comida y bebida que era preferida del difunto, porque según la costumbre, ellos suelen llegar al mundo terrenal al mediodía del 1 de noviembre y luego marcharse tras satisfacer sus hábitos.