Las cineastas lo rechazan: no existe un género llamado “cine de mujeres”, ni mucho menos. Están seguras de que más allá del prejuicio sobre el sexo de quien está detrás de la cámara, se debe valorar la capacidad de hacer un  buen o mal cine.

Todo eso es cierto, pero no deja de llamar la atención la cantidad de producciones que por toda América Latina producen nuevas directoras. Solo en Ecuador se puede citar a Anai Honaissen y a Tania Hermida, autoras de dos de los tres estrenos nacionales de este año.

 La actriz y ahora realizadora argentina Vera Fogwill bien puede ser considerada parte de esta gran ola que en Argentina incluye aparte de la ya consagrada Lucrecia Martel (La ciénega, La niña santa) a las realizadoras Julia Solomonoff (Hermanas), María Victoria Menis (El cielito), Celina Murga (Ana y los otros) y Lucía Cedrón (En ausencia), entre otras.

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Y si bien no existe un “cine de mujeres”, sí es cierto que los filmes dirigidos por ellas tienen una cierta mirada y están impregnadas de la experiencia de ser mujer. Las mantenidas sin sueños de Vera Fogwill, calza perfectamente en este contexto.

La misma directora, en una entrevista a medios argentinos, ha dicho:  “Considero que hay temáticas femeninas y es bueno hablar de ellas, sean contadas por mujeres o no. Siento que mi película, Las mantenidas sin sueños, es absolutamente femenina, pero eso no quiere decir que sea feminista”.

Y es verdad. Las mantenidas sin sueños cuenta una historia durísima en la cual se entrecruzan la adicción de una madre, las relaciones familiares, las reflexiones sobre la maternidad y un entorno hostil.

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Con música y letra original de la agrupación Babasónicos, el filme describe el drama de una mujer adicta a la cocaína y de su hija, que trata de rescatarla de sus dolencias materiales y existenciales con la sabiduría que le da su escasa edad.

El ritmo de la película se adapta a la narración de las vidas de los personajes y es por tanto, algo lenta al principio. La iluminación, en varios pasajes escasa, va en esa línea; pues finalmente estamos ante un drama de mujeres que “pasan por momentos límites y sueñan con pequeñas cosas que para ellas resultan inalcanzables”.

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Se trata de una cinta  intimista que no intenta ser bella (aunque algunas secuencias lo sean), sino recrear una atmósfera y eso lo logra con total maestría.  Puede verse hoy, a las 16h00,  en el MAAC Cine, en el Malecón 2000.