Una de las gracias del cine, sobre todo en los últimos tiempos, consiste  en fabricar historias nuevas con materiales antiguos. El Luchador es la moralina y el sufrimiento, una novedad estupenda. Contiene escenas memorables, narradas con una ambientación de lujo y un ritmo perfecto, y enseña sobre la dignidad humana. El filme fue presentado en el Festival de Venecia y mereció larguísimas ovaciones.