Vi esa concavidad cuando iba yo cansado e inquieto de verme pendiente de la soga, ir por aquella región oscura sin llevar camino seguro, y determiné entrarme en ella y descansar un poco. Di voces, pidiéndoles que no descolgaran más soga hasta que yo se los dijese, pero no debieron oírme. Fui recogiendo la soga que enviaban y haciendo con ella una rosca me senté sobre ella pensativo, considerando lo que tenía que hacer para llegar hasta el fondo, no teniendo quien me sustentara’.‘Y estando en este pensamiento y confusión, de repente me asaltó un sueño profundísimo, y cuando menos lo esperaba, sin saber cómo ni cómo no, desperté y me hallé en la mitad del más bello, ameno y deleitoso prado que puede criar la naturaleza ni imaginar la más discreta imaginación humana. Me limpié los ojos y vi que no dormía sino que realmente estaba despierto. Con todo esto, me toqué la cabeza y los pechos, para asegurarme si era yo el mismo que allí estaba o algún fantasma vano y contrahecho. Pero el tacto, el sentimiento, los discursos concertados que entre mí hacía, me certificaron que era yo mismo el que allí estaba. Me apareció entonces…Final triunfador autora: Paula Espinosa Valarezo Me apareció entonces un verde otero sobre el cual yo estaba. Atónito con esta vista reparé luego en una niña que me miraba curiosa. Vestía raro atuendo, la pequeña estaba asustada. Me llamaron la atención sus rubios cabellos, pensé que así de bella sería mi señora Dulcinea en su infancia. Ella empezó el diálogo:¿Quién es usted? ¡Soy Don Quijote de la Mancha! ¡Caballero andante! ¡Desfacedor de entuertos¡ ¡Alma y bendición de los desvalidos! ¿Quién sois?, ¿Donde estoy?, ¿Dónde está Montesinos?Muchas preguntas me haces señor. Soy Paula. Estás en Quito en la Colina del Itchimbía. Montesinos a quien no conozco se que está preso en el Perú.Larga fue luego la conversación y me convencí que estaba en un lugar encantado.Me encontraba en el futuro, era el mes de Julio del año del Señor del 2005.Más allá pude ver un palacio de Cristal donde se celebraba una fastuosa boda entre el rico Jorge Luis y la bella María Luisa y detrás de la transparente mansión la vista más fantástica y fascinante que podéis figuraros: la ciudad más hermosa e inmensa que he visto en mi vida. Rodeada de montañas y situada en un camino de volcanes soberbios con raros nombres, Guagua Pichincha, Atacazo, Sincholagua, Rumiñahui, Antisana y Cayambe, además de un coloso de pelo siempre blanco llamado Cotopaxi.La Compañía, San Francisco, Santo Domingo, El Carmen Alto y El Carmen Bajo, El Tejar y la Basílica del Voto Nacional son templos y monasterios joyas de la arquitectura y el arte, además de que contienen en su interior bellísimos museos.Noble villa llena de iglesias de cúpulas iluminadas, calles estrechas en el centro y amplias avenidas en el norte, además de inmensos edificios.Tomándome de la mano como si fuera su anciano abuelo me llevó caminando por las callejas, Paula me refería historias de cada esquina y cada rincón, leyendas de duendes, de aparecidos y de enamorados, de cristos milagrosos y vírgenes con caras maravillosas.El clima era extremadamente raro, ni frío ni caluroso, el cielo azul intenso a ratos, se cubría de súbito de nubes de las cuales brotaban ligeros y coquetos chubascos.De pronto nos vimos atacados por una inmensa maquina voladora, la cual quería aniquilarnos, presto blandí mi espada para defender a la bella criatura que me guiaba por Quito y termine en el suelo maltrecho y sudoroso. Paula estaba sorprendida, creyó que me había vuelto loco y así como apareció de repente la mole desapareció acobardada ante mi tremenda arremetida, luego se me explicó que el aparato era un avión y que servía para transportar por los aires géneros y personas a ciudades distantes.Los hombres eran cordiales y comunicativos, las mujeres muy hermosas; me llamó la atención la forma de comunicarse entre las personas cual insólitos conjuros del Mago Merlín a través de unas pequeñas cajas llamadas celulares. Me sorprendió todo, especialmente los coches los cuales no utilizaban bestias para moverse y unas pulseras de todos los colores y con inscripciones en inglés que son usadas por niños, jóvenes y viejos. Posiblemente esto y los celulares sean el signo de la época.Sancho que había empezado a gemir desde la mitad de la historia soltó el llanto pensando en que su amo estaba irremediablemente loco y al igual que el guía se quedó profundamente dormido. El Quijote escudriñaba los cielos y pensaba en Paula. Se oyó un extraño ruido subterráneo, un gran derrumbe había cerrado irremediablemente la entrada a la cueva de Montesinos. El futuro había quedado atrás para siempre. Don Quijote pensó: debí haber traído a Paula a la Ruta del Quijote y luego de una lágrima empezó una oración: “Padre nuestro que estás en los cielos”...","isAccessibleForFree":true}
Esa noche se albergaron en una pequeña aldea, en la que el guía le dijo a don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si estaba decidido a entrar en ella, era necesario proveerse de sogas para atarse y descolgarse en su profundidad. Don Quijote dijo que aunque llegase al abismo había de conocer la cueva. Y así compraron casi cien brazas de soga. Y al otro día, a las dos de la tarde llegaron a la cueva, cuya boca era espaciosa y ancha, pero llena de zarzas y maleza tan espesas e intrincadas, que de todo en todo la cubrían.