La ciudad del blues, el jazz y la fiesta carnavalesca de mardi gras, ha enmudecido ante la inmensidad del huracán Katrina, que dejó desoladas las que quizá sean las calles más bulliciosas y alegres de  Estados Unidos.

De los gemidos del blues y el olor a gambas (camarones) cocinadas al estilo “cajun” que caracterizan al French Quarter, el barrio de estilo colonial que atraviesa la emblemática y turística Bourbon Street, en el centro de la ciudad, eran ayer un recuerdo.

Fundada en 1718 por el francés Jean Baptiste Le Moyne, que le puso ese nombre en honor del regente de Francia, el duque de Orleans, en 1722 se convirtió en la capital de la Luisiana francesa.

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En 1803 Napoleón Bonaparte vendió la ciudad, que tenía 8.000 habitantes, a EE.UU., dentro del territorio de Luisiana, que se extendía hasta Canadá (2,1 millones de km2).  En 1812 Luisiana se convirtió en el 18º estado.

Situada entre la desembocadura del río Mississippi y el lago Pontchartrain, Nueva Orleans, tiene 1,4 millones de habitantes y está bajo el nivel del mar, rodeada de diques.

Aunque la capital del estado sea Baton Rouge, Nueva Orleans es la metrópoli más grande de Luisiana y cuenta con vestigios de su pasado francés y español, como el barrio antiguo, con numerosas casas de estilo criollo.

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Es un importante puerto de mar y un centro industrial, pero la principal actividad es la turística, destacando el carnaval anual de mardi gras, en febrero o marzo, para el cual se prepara todo el año.

Es considerada la “cuna del jazz” y entre sus músicos célebres están el pianista Jelly Roll Morton y el trompetista Louis Armstrong.