Aquel joven director chicano que se convirtió en cobayo humano para financiar su primera película, El Mariachi, está muy lejos. Hoy, Robert Rodríguez es una especie de Rey Midas del cine que se vanagloria de ser uno de los pocos en la industria (Pixar Studios y Steven Spielberg, son los otros del club), en tener su propio estudio cinematográfico, los Troublemaker Studios.