“Un mito ya no solo del deporte ecuatoriano sino mundial”, “alguien a quien ya no le cabe el calificativo del más grande deportista de la historia”; de esa forma, Alfonso Lasso se refirió a Jefferson Pérez, bicampeón mundial de marcha.

Calificativos enormes que probablemente describen bien la trayectoria e importancia del  deportista cuencano. Lamentablemente, en la televisión no hemos visto nada que concuerde con esos calificativos y no hay nada peor que la incoherencia en el discurso.

Antes de la participación de Jefferson Pérez en Helsinki no hubo ningún canal que dedicará un minuto para referirse a la preparación del atleta, su viaje, rivales, las expectativas de un equipo ecuatoriano conformado por vez primera. Únicamente, noticias sueltas: “Pérez, campeón sudamericano en Colombia”. “El marchista vuelve a los rankings mundiales del atletismo”. Nada más.

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Uno de los defectos mayúsculos del periodismo televisivo ecuatoriano es su incapacidad de valorar y contar procesos. En el mejor de los casos está atrapado en la coyuntura y en el peor es partícipe de espectáculos y escándalos gratuitos. Por eso está atento para transmitir en vivo la llegada del Discovery a las  04h00 y el invariable invitado semanal en ‘Contacto Directo’ y/o ‘24 Horas’ es el diputado Carlos González, experto en bluffs. Pero como la moneda tiene dos caras, al mismo tiempo le toma por sorpresa la victoria del más importante atleta ecuatoriano, no puede reaccionar para transmitir en diferido la carrera y no se obtienen declaraciones del atleta o de su entorno deportivo en Helsinski.

Crear mitos para no investigar noticias
Lo sucedido con estos mundiales de atletismo lo retrata exactamente. Luego de la decepción mediática de las Olimpiadas, cuando todas las estrellas televisivas trasnocharon para ver llegar cuarto a Pérez; el atleta fue relegado a símbolo, que es casi como poner a una persona en el museo.

Después de Helsinki se sigue la misma vía. Ecuavisa resalta que Pérez está entre los finalistas de  ‘El Gran Hermano...’ perdón, de ‘El mejor ecuatoriano’. Los calificativos en todos los espacios llueven, pero hasta el momento, nadie ha contado cómo fue la carrera, cuál fue la estrategia de Pérez, cómo logra la creciente perfección de una técnica que ya antes se consideraba impecable o que por lo menos se haya conseguido alguna declaración del atleta después de la competencia.

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De la mayoría de periodistas deportivos cabe esperar poco: al estar totalmente futbolizados, no pueden ver la importancia de otros deportes y menos aún de los procesos que están detrás de participaciones exitosas. Pero, la respuesta del resto de la televisión no pasa del utilitarismo, la competencia por el calificativo más rimbombante y la imagen emocional. Todo se volverá a repetir cuando Pérez regrese al país: Los calificativos, las alabanzas, la erección del atleta en ícono… Pero hasta ahora, casi diez años después de Atlanta, nadie ha explicado clara y técnicamente el porqué, cómo, cuándo y dónde Jefferson Pérez se convirtió en el mejor marchista del mundo en los últimos tiempos.