“No hay que fiarse nunca de un hombre con una cámara”. Lo dice con cierta melancolía la bellísima protagonista de Reconstrucción, la película danesa que se estrena hoy exclusivamente en Supercines. Pero lo que vemos es todo lo contrario: el filme es una demostración más de la resplandeciente cinematografía de Dinamarca, de donde últimamente hemos visto ejemplos relevantes.

La cámara es realmente la protagonista de Reconstrucción. Esto fue reconocido en el Festival de Cannes hace dos años, con el galardón de la Cámara de Oro a Cristoffer Boe, joven director que aquí realiza su primer largometraje.

Publicidad

Boe inicia el filme con unas imágenes medulares: un mago-fumador callejero que hace flotar su cigarrillo en el aire, casi acariciando el humo con las manos. Sobre esta secuencia escuchamos la voz de un narrador: “Esto solo es una película, algo que se construye, pero a pesar de eso nos duele”. El tono desencantado de esta obertura no se despega nunca de la historia de unos amantes en Copenhague, vistos como personajes muy atractivos y reales, pero que de repente se convierten en parte de una ficción dentro de sus propias vidas. Un creador cinematográfico es también un prestidigitador que juega con sus caracteres a la manera de un hechicero.

No se inquieten. Este no es otro de esos complicados devaneos de un cine-arte excesivamente intelectualoide. Reconstrucción es un drama romántico ligero, cuyos protagonistas a veces pueden diluirse como el humo de sus cigarrillos. Así conocemos a Alex (Nikolass Lie Kaas),  joven fotógrafo que descubre en un bar a Aimee (la fulgurante actriz sueca María Bonnevie). El contacto es inmediato y Alex deja a un lado su relación con Simone, la joven con la cual comparte su vida y que también es interpretada por la actriz sueca. Después de su primera noche juntos en un hotel, Alex se cruza con Augusto (Krister Henriksson), el marido novelista de Aimee, que constata lo que acaba de suceder.

Publicidad

Hasta allí todo es casi normal. Lo que sigue podría ser el invento de Augusto mientras escribe su nueva novela. Alex retorna a su hogar y por un extraño fenómeno nadie de sus seres allegados –incluida Simone– lo reconocen. Él está literalmente “en el aire”, más o menos como la noche mágica que acaba de pasar con una bella desconocida.

Reconstrucción es también la historia de un personaje que súbitamente se convierte en el artificio de una mente misteriosa. “Sé que si eres mi sueño yo también soy el tuyo”, le dice Alex a Aimee.

El filme nos hipnotiza de igual manera. Boe y Manuel Alberto Claro, su magnífico director de fotografía, crean una atmósfera indescriptible en cada una de las secuencias, donde la austera ciudad de Copenhague es vista en colores fluorescentes y delicados y donde la alcoba de un hotel transporta a  esta pareja a un episodio que parece salido de un capítulo de Julio Cortázar. Este es un cuento enigmático y delicioso de un cine muy contemporáneo realizado para deleitarnos.