Sao Paulo, a fuerza de sendos cabezazos de Amoroso y Fabao, aplastó el jueves 4-0 a Atlético Paranaense y se proclamó por tercera vez en su historia campeón de la Copa Libertadores.

Amoroso, el atacante que llegó justo a tiempo para la recta final de la Libertadores, metió el primero a los 16 minutos con un remate de cabeza.

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Con la misma factura, a los 52, Fabao marcó el segundo, mientras que Luizao (71) y Diego Tardelli (89) pusieron cifras definitivas.

Ambos equipos habían empatado 1-1 la semana pasada, cuando se enfrentaron en el partido de ida en Porto Alegre.

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Campeón en las ediciones de 1991 y 1993, Sao Paulo pasó a ser el club brasileño más laureado en la historia del campeonato continental de clubes y el primero desde que Palmeiras lo hiciera en 1999.

La consagración de un brasileño estaba cantada de antemano, ya que la final de 2005 fue inédita. La Libertadores se disputa desde 1960 y nunca se habían medido dos equipos de un mismo país en la final.

De la mano de su técnico Paulo Autuori, Sao Paulo --sucesor en el trono del Once Caldas de Colombia-- fue un campeón sin atenuantes, el más regular de los 38 que comenzaron el torneo en febrero pasado.

El estadio Morumbí de Sao Paulo fue testigo de un partido cargado de intensidad desde el mismo vamos, con los equipos buscando el terreno rival, pero sin generar ocasiones claras de gol.

El uruguayo Diego Lugano se perdió a los 8 la que quizás fue la más clamorosa para el cuadro paulista, cuando cabeceó por encima del arco tras un centro de Luizao.

Sao Paulo martilló un poco más sobre su oponente y daba la impresión que el gol no iba a tardar en llegar.

Tal intuición se transformó en realidad pasado el cuarto de hora, cuando Luizao se mandó un exquisito taco, Danilo remató en primera instancia y el arquero Diego alcanzó a rechazar.

Pero dejó la pelota servida para el letal oportunismo de Amoroso, quien cabeceó a placer al fondo de la red. Amoroso apenas había debutado con Sao Paulo en las semifinales contra River Plate y respondió anotando en el choque de vuelta en el campo de los argentinos.

Las 70.000 almas que colmaron el Morumbí estallaron de júbilo, arreciando el coro de   Tricampeón.

Con la desventaja, Atlético pisó a fondo el acelerador, adelantando sus líneas para conseguir el empate. Sao Paulo, sin embargo, no se echó atrás para defender la diferencia y siguió atacando.

Atlético hacía el intento, pero la costaba salir con pelota dominada de su campo y el partido se hizo más que todo trabado en la mitad.

Cuando se venía el descanso, el árbitro Horacio Elizondo pitó un penal para el Atlético por una falta de Alex a Aloíso, en lo que pareció un jalón sobre los límites del área.

Era la oportunidad dorada para nivelar, pero Atlético la desperdició: Fabricio estrelló el balón en el palo derecho del arquero Rogerio Ceni.

La incógnita para el complemento era si el Paranaense se vería afectado por el golpe anímico de haber malogrado la ocasión del empate.

Ello no fue así y los dirigidos por Antonio Lopes salieron a jugar en forma frontal.

Pero el tanto de Fabao, tras un córner lanzado por Cicinho, fue como una puñalada asesina en el corazón.

El resto fueron minutos de trámite, una cuenta regresiva para el festejo, aderazada por el gol de Luizao, quien así se dio el gusto de despedirse marcando para su club. El delantero se marcha para el fútbol japonés.

Tardelli, que había ingresado por Amoroso, terminó de maquillar la cuenta sobre la hora.

Alineaciones:

SAO PAULO: Rogerio Ceni, Fabao, Diego Lugano, Alex, Alex Cicinho, Mineiro, Josué, Danilo, Junior (Fabio Santos, 86), Amoroso (Diego Tardelli, 79) y Luizao (Souza, 72).

ATLETICO PARANAENSE: Diego Jancarlos, Danilo, Durval, Marcao, Cocito, André Rocha (Alan Bahía, 82), Evandro, Fabricio, Lima y Aloísio.

Arbitro: Horacio Elizondo (Argentina).