El pretexto para  sintonizar el programa de Molinari es la cocina. Ya ante el televisor, la realidad es otra... Molinari invita a una señora con su hijo al set, hace chistes, canta y sugiere música de fondo. Si la salsa de los tallarines queda aguada o se la debe espesar con maicena, no importa. Finalmente, no estamos en un programa de cocina con un experto sino en el espacio de un “showman” interactuando con su público.